Agresión a Cárdenas y Gilly: otra señal de alerta
Los medios de comunicación tuvieron nota ayer, con la agregión que sufrieron el fundador del Partido de la Revolución Democrática, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, y uno de sus hombres más cercanos, Adolfo Gilly, durante la marcha que se llevó a cabo en la ciudad de México, para exigir el esclarecimiento del ataque perpetrado el viernes 26 de septiembre, en Iguala, Guerrero, con saldo de 6 personas muertas (tres de ellas estudiantes normalistas), 30 lesionadas y 43 desaparecidas, todas ellas, de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.
Al grito de "¡Asesinos, asesinos!", Cárdenas y Gilly fueron empujados y golpeados. De hecho, un proyectil descalabró al segundo. La razón aparente del ataque es que pertenecen al PRD, igual que el gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, y el prófugo alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez.
El ex gobernador de Michoacán calificó a sus agresores de intolerantes y sectarios, pero dijo estar con el ánimo muy arriba, para proseguir -igual que Gilly- con sus luchas políticas.
El incidente no pasó a mayores, afortunadamente; pero tiene un profundo significado. Expliquémonos mejor: en el país se mueven fuerzas que quieren empujarlo a la revolución, a la guerra civil. ¿Cuáles son? La guerrilla alineada con el EPR, el Fulus y la CNTE. (Ver Corrección: México está bajo tres fuegos diferentes)
Toda guerrilla cuesta. Y caro. Muy caro. ¿De dónde obtendrá el dinero? ¿No será que trabó alianza con algunos grupos dedicados al narcotráfico, el secuestro, el tráfico y la trata de personas? Eso lo debe investigar el gobierno federal.
Por otro lado, queda claro que el actual modelo económico sólo provocará más desempleo y pobreza, es decir, más caldo de cultivo para la subversión. Mantenerlo, será contribuir con los guerrilleros que quieren empujar a México al abismo. ¿Cabrá la razón y el patriotismo en la clase gobernante? ¿O será que a ella le convendrá pescar en el río revuelto?