Claves para una estabilidad para un mayor crecimiento
22.02.2016 22:29
Por: Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial.

Las medidas conjuntas de política monetaria y fiscal anunciadas la semana pasada son una buena señal en la tarea fundamental de preservar la estabilidad macroeconómica. Esperamos que contribuirán a atenuar las presiones en el tipo de cambio, la inflación y las finanzas públicas, aunque hay que mantener el seguimiento puntual y la disposición para hacer otros ajustes cuando sea necesario.
Por lo pronto, inmediatamente se sintieron los efectos y tenemos una ventaja comparativa de cara a las inversiones internacionales. Sin embargo, hay que cuidar que estas acciones precautorias no afecten las tendencias favorables en materia de consumo y generación de empleo. De hecho, es preciso consolidarlas y fortalecerlas.
El desafío está en lograr un mayor dinamismo en el mercado interno, manteniendo los equilibrios macro, y fomentando cauces para la movilidad social: mayor inversión que genere más y mejores empleos, oportunidades para los jóvenes y espacios para la inclusión de las personas. Es la única forma de superar con eficacia los desafíos de la pobreza y la desigualdad en México.
En ese camino, en materia de empleo, hay signos mixtos. Según los últimos datos, en un año, el desempleo bajó de 4.4 a 4.2 por ciento, mientras que la población ocupada, entre economía formal e informal, aumentó en poco más de un millón 744 mil personas, ligeramente por arriba del crecimiento que tuvo la Población Económicamente Activa. El problema reside en la precariedad de la mayoría del empleo que creamos en México. Como se puede observar, el empleo que generan las personas que están ocupadas, en la mayor parte está en la economía informal.
Esa circunstancia explica, en gran medida, la lentitud de la recuperación del poder adquisitivo y el impacto limitado de ésta y del empleo en el crecimiento.
Apenas poco más de 20% del total de la población ocupada en el país tiene ingresos superiores a tres salarios mínimos. Hay una inscripción histórica a la seguridad social, pero la precariedad laboral ha crecido.
Inclusive tenemos un porcentaje más elevado de personas en condiciones críticas de ocupación, que incluye a quienes perciben menos de un salario mínimo.
Por eso, es necesario acompañar el esfuerzo de ajuste macroeconómico con políticas públicas efectivas que permitan mejorar las condiciones para la inversión productiva y la creación de empleos formales.
Desregulación, simplificación, mayor acceso al crédito, e incentivos fiscales y administrativos para la formalidad y la creación de empleos son medidas básicas para el crecimiento de las empresas y, así, para el mejoramiento de los empleos y los ingresos de los trabajadores.
Para efectos de mediano y largo plazos, resulta fundamental la continuidad y la eficiencia en la implementación de las reformas y su complementación con la agenda de desarrollo sostenible, que abarca desde productividad hasta Estado de derecho.
En ese sentido, en el corto plazo, hay dos elementos clave que pueden tener impactos inmediatos en pro de un crecimiento más vigoroso e incluyente: eficiencia en el gasto público, particularmente en la inversión y en los rubros sociales prioritarios, y fortalecimiento de la confianza.
En lo que atañe al gasto público, si bien es oportuno el objetivo de reducirlo, hay que asegurarse de que esto efectivamente se dé al final del ejercicio fiscal y de que los recortes recaigan donde se debe, comenzando por los recursos que se pierden en corrupción, gastos superfluos o programas sin impacto real en la calidad de vida de las personas.
Debemos también cuidar que no se afecte más la inversión productiva, que genera crecimiento y empleos, que multiplican en la economía. Aunque los nuevos ajustes no tocan de forma sustantiva a inversiones de alta prioridad, la reducción acumulada en el gasto de capital durante el 2015 y lo que se prevé para este año ya equivale a 0.7% del PIB, una cantidad muy importante, sin contar la parte de Pemex que se detallará en los próximos días.
La necesidad de profundizar en una reingeniería del gasto sigue vigente, al igual que la urgencia de reestructurar administrativa y financieramente a Pemex, para que de una manera formal, sea una empresa productiva del Estado en la práctica y no sólo en la construcción jurídica.
Es crítico maximizar la eficiencia en los proyectos multiplicadores de la inversión y de más rentabilidad social. Evitar subejercicios y agilizar obras y pagos a proveedores, para que no se detenga la circulación del dinero en sectores clave como la construcción. En el gasto social se precisa de resultados más contundentes, con transparencia y rendición de cuentas.
El complemento indispensable es la confianza. Implica que se cumpla cabalmente con lo comprometido, lo mismo en el ejercicio del gasto que en el combate a la corrupción y la impunidad. Se requiere de correspondencia entre la retórica y las acciones y los hechos, en todos los ámbitos del Estado y la sociedad en México, desde los gobiernos estatales, las empresas productivas del estado, las distintas dependencias de la federación.
En particular, este año resulta fundamental que haya señales claras, tanto como las que se dieron ante la volatilidad financiera, de que vamos a fondo, como nación, contra la corrupción, como prioridad nacional al máximo nivel.
Hay que demostrar al mundo y sobre todo a nosotros mismos que estamos decididos a construir e implementar puntualmente un sistema nacional anticorrupción que ataque de profundidad y estructuralmente a este fenómeno que corroe hasta los cimientos de la economía, la política y a la sociedad en México.
Es una oportunidad histórica, pieza necesaria del círculo virtuoso de la confianza y del desarrollo sostenible e incluyente que necesitamos activar todos en México.
Foto: CCE.