Contra la violencia, los valores
La violencia en el Estadio Jalisco no se justifica, pero sí tiene explicación: obedece al afán mercantilista de los dueños del futbol mexicano que, para "provocar más pasión", importaron el modelo de las barras argentinas.
En efecto, es el mismo que obligó a suspender este domingo un partido entre los cuadros más populares de Argentina, el River Plate y el Boca Juniors, luego de que manos criminales lanzaron gas pimienta contra los jugadores del River. Se trataba de un juego de la Copa Libertadores de América.
Lo sucedido en Guadalajara se comprende a partir de que la Federación Mexicana de Futbol apoyó a gente como Andrés Fassi, actual directivo del Pachuca, para que se organizaran, aquí, barras violentas, como las argentinas. Hoy, no tienen por qué decirse sorprendidos. Vergüenza les debería de dar. (Por cierto, el señor Fassi nació en Argentina)
Muy lejos de la capital jalisciense, en la colonia Laderas de San Guillermo, uno de los barrios más pobres de la ciudad de Chihuahua, ocurrió otro hecho violento, cuyo descenlace fue fatal: un grupó de niños empezó a jugar a los secuestros. La "diversión" terminó cuando uno de ellos, de nombre Christofer Raymundo, fue asesinado a golpes, por los demás.
Seguramente, las barras violentas del futbol no tienen que ver directamente con este caso; sin embargo, tanto la violencia en los estadios, como la de la delincuencia organizada -que luego es imitada por niños- tiene su génesis en la clara pérdida de los valores, empezando por el de la vida.
Políticos, empresarios (como los del futbol o el boxeo), medios de comunicación, periodistas y, por supuesto, delincuentes, deben -debemos- reflexionar sobre esto, porque si no se da marcha atrás, la violencia actual en México crecerá de manera más acelerada.