El mundo debe exigir el fin del holocausto sirio
Como debe hacer otras tantas cosas que no hace, por estar bajo el poder del supracapitalismo global, que lo mismo se enriquece a costa del sacrificio de millones de trabajadores chinos, que por la venta de armas a ejércitos regulares, o el patrocinio a grupos terroristas como el autodenominado Estado Islámico, la Hermandad Musulmana o Al-Qaeda.
El mundo no reacciona ante el drama de millones de personas, porque también está bajo el poder de la mediocracia. Que se sigan muriendo ahogados, por ejemplo, niños y mujeres sirios. "Les toca a ellos, no a mí", es la actitud casi generalizada.
Digamos las cosas con absoluta claridad: Siria está bajo una embestida patrocinada desde Washington y Londres, porque su gobierno, encabezado por Bashar al Assad rechaza sujetarse a sus políticas. Con Turquía pasa lo contrario. Los amos de EUA y del Reino Unido alientan las aspiraciones del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, de convertirse en el Gran Califa, y lo utilizan para lanzar -desde territorio turco- devastadoras ofensivas terroristas contra la población civil siria. (Algo así hicieron contra la población civil alemana, en la Segunda Guerra Mundial. De esto, hablaremos más adelante)
El terrorismo internacional, auspiciado desde elegantes despachos occidentales es el que ha provocado el éxodo de miles y miles de sirios; no el gobierno de al Assad, al que aquí, en los noticiarios de televisión más vistos -y contrariamente a la ética profesional, que ordena no utilizar adjetivos calificativos cuando se informa- es tachado de "dictador".
Siria tiene un régimen laico, que -hasta antes de la invasión- permitía la convivencia pacífica entre las distintas religiones. Hoy, los terroristas del Estado Islámico persiguen y matan, por ejemplo, a cualquier mujer que no utilice la burka.
¿Por qué los amos de Occidente quieren derribar al régimen de Al Assad, utilizando a los más radicales de entre los radicales musulmanes? Por una simple y sencilla razón: porque el gobernante sirio no se les doblega. En cambio, saben que en cuanto asfixien mediante el retiro de recursos y de armamento, a los del Estado Islámico, los habrán de controlar como lo hacen, por ejemplo, con los de Al-Qaeda. La verdad es que no son originales. Pero tienen el poder del dinero.