El Presidente Peña no ataca la raíz de la desestabilización
19.11.2014 19:56
El presidente Enrique Peña Nieto se refirió, este martes, a “Protestas que a veces no está claro su objetivo. Pareciera que respondieran a un interés de generar desestabilización, de generar desorden social y, sobre todo, de atentar contra el proyecto de nación que hemos venido impulsando”.
En ese tenor, apuntó que las reformas, “sin duda”, han afectado intereses “de los que mucho tienen”, y de los que “se oponen al proyecto de nación”. Y que hay voces que, al amparo de quienes sufren dolor, enarbolan banderas de violencia y de protesta.
Acto seguido, dejó claro "que el gobierno de la República está firme en la construcción del proyecto de nación que queremos para el bienestar todos los mexicanos”.
Nuestra interpretación
La plantearemos a partir de una pregunta, que se puede multiplicar: ¿a quiénes se refiere el Presidente de la República, cuando acusa?
Posibles respuestas:
a) A los que mucho tienen, y que se han visto afectados por las reformas. Pero resulta que ellos son muy pocos. No figuran, por ejemplo, los dueños de las televisoras. ¿Aludirá a Carlos Slim?
b) A los que se oponen al proyecto de nación. Dentro del espectro político, podría pensarse que aludió a López Obrador, y seguidores. Pero el tabasqueño ya se alineó, con el sistema de partidos.
c) A los que enarbolan banderas de violencia y de protesta: ¿EPR, ERPI, FULUS? ¿A la narcoguerrilla?
El Presidente no contempló, sin embargo, a gente del propio gobierno, y del propio PRI. ¿No se acordará de lo que le pasó a Díaz Ordaz, en 1968?
La declaración patrimonial
Nos parece positivo que el jefe del Ejecutivo Federal exhiba, sin restricciones, su declaración patrimonial. Eso lo tienen qué hacer todos los servidores públicos, de los tres órdenes de gobierno. Todos. Y, aunque lo hicieran así, no se terminarían las dudas, por aquello de los prestanombres.
Principio de solución
Más allá de las declaraciones espectaculares, lo que se requiere es terminar con este modelo neoliberal, por ser el que origina tanta corrupción.
No se trata, aclaremos, de volver al sistema socialista de Echeverría y López Portillo, que también hundió al país.
Lo que se necesita es dar un golpe de timón. Impulsar un modelo económico nacionalista, sustentado en el micro, pequeño y mediano empresario. Y, también, promover un modelo político renovado, que permita a los ciudadanos gobernar para el bien común, sin tener que lidiar con la actual "partidocracia".
Nos queda claro, al menos, que el presidente Peña no dará marcha atrás en el modelo neoliberal. Por lo tanto, el servicio público seguirá siendo visto como uno de los modos de enriquecimiento, más rápidos, pero -también- más inmorales.