Franja Sur. Los Presidentes del perdón

20.07.2016 15:04
El desaparecido Javier Solís, llamado el rey del bolero ranchero, cantaba aquella canción cuya letra dice: Si acaso te ofendí, perdón / si en algo te engañé, perdón / si no te comprendí, perdón / perdóname mi vida.
 
Pero mientras este tipo de perdón suena a música celestial a los oídos de las mujeres enamoradas, cuando se da en el ámbito político y viene de las más altas esferas del poder, tal clemencia podría sonar, para unos como un altísimo acto de humildad, o bien, ser apreciado por otros como una mera burla o pose demagógica.  
 
El lunes pasado el presidente Enrique Peña Nieto pidió perdón por el caso de su mansión conocida como La Casa Blanca y dijo al pueblo de México que había sido un error y que “el tema afectó a mi familia y lastimó la investidura presidencial”. 
 
Lo anterior ocurrió en el Palacio Nacional frente a representantes de los Poderes de las Unión  y la mayoría de su gabinete, sitio donde promulgó las leyes del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA). 
 
No es el primer presidente de México que pide perdón, pues José López Portillo también lo hizo al momento de asumir el cargo de primer, al dirigirse a los desposeídos y marginados.
 
Y el 1 de septiembre de 1982, en su último informe de gobierno, López Portillo ante la debacle financiera del país con llanto en los ojos se volvió a dirigir "a los desposeídos y marginados, a los que hace seis años les pedí un perdón que he venido arrastrando como responsabilidad personal”, y mencionó: "soy responsable del timón pero no de la tormenta". 
 
Y tras culpar a los banqueros del caso financiero, lanzó la frase histórica: "ya nos saquearon. México no se ha acabado. ¡No nos volverán a saquear!".
El panista Vicente Fox es otro de los que integran la galería de los presidentes del perdón. Este lo hizo el año 2000 en la Asamblea Legislativa de El Salvador, donde como presidente electo a nombre del pueblo de México pidió perdón a los centroamericanos que atraviesan el territorio nacional en su afán de llegar a los Estados Unidos en busca de trabajo. 
 
“En nombre del pueblo mexicano, pido su perdón por las afrentas e injusticias cometidas en contra de los centroamericanos por parte de las autoridades de mi país”, dijo en ese entonces Vicente Fox.
 
Ahora tocó el turno al presidente Enrique Peña Nieto quien al pedir públicamente perdón por el caso de La Casa Blanca, ocupó las primeras planas de los diarios de circulación nacional. 
 
Ello  ocurre a 19 meses de haberse destapado “el presunto conflicto de intereses asociados a la casa de su esposa Angélica Rivera”. (La Jornada/19/07/2016). 
 
En el contexto del acto de la promulgación de la las leyes del SNA expresó: “en noviembre de 2014, la información difundida sobre la llamada Casa Blanca causó gran indignación. Este asunto me reafirmó que los servidores públicos, además de ser responsables de actuar conforme a derecho y con total integridad, también somos responsables de la percepción que generamos con lo que hacemos, y en esto, reconozco, cometí un error. No obstante que me conduje conforme a la ley, este error afectó a mi familia, lastimó la investidura presidencial y dañó la confianza en el gobierno”.   
 
¿Será suficiente el perdón que piden los Presidentes de México para intentar justificar sus errores? Ese es el tema.