Frases de cajón
La conducta del ser humano está delimitada por su cultura, el trasfondo familiar y los estímulos que recibe del medio ambiente. Pero ¿qué sucede cuando esta definición es parte del actuar diario de “casi todo” un país?
Casi, porque no todos actuamos igual, algunos pensamos más allá de las posibilidades y capacidades.
La actualidad de nuestro país se podría definir como apática. Esto quiere decir que la mayoría de los mexicanos estamos bajo el influyo de tres situaciones básicas: creer que todo es cuestión de suerte, la expectativa que tenemos de poder o no poder lograr nuestros objetivos y la frustración que impera ante la posibilidad de que “las cosas van a cambiar pero…”, y la falta de control que tenemos de ese conjunto de cosas que componen la vida diaria, son tres razones que aplastan la voluntad.
Pues esa es la realidad del mexicano. La apatía se ha hecho toda una forma de vida, en la cual nos mostramos indiferentes a lo que nos rodea, vivimos el día a día sin expectativas, ante la conformidad de que todo pasará. Lo más común es exhibir cadenas en redes sociales donde todos decimos lo que otro plasmo en un pequeño discurso; y sin embargo, no hacemos nada por remediar la situación.
Y nos preguntamos cada día ¿pero qué podemos hacer? Hace días me hice la misma pregunta, y solo llegué a dos respuestas: referéndum y plebiscito, y una autoridad en la materia que se avoque a escucharnos, argumentarnos, representarnos y ejecutar nuestra voluntad ante la nación entera. Y muchos ciudadanos ya no quieren representantes partidistas, porque se da por entendido que defienden los derechos propios, no del mexicano. Ciertamente están organizados, pero para su propio provecho y supervivencia.
Los mexicanos queremos saber qué hacer, como podemos resolver esa inquietud que nos carcome: ¿Cómo hacemos que los diputados y senadores hagan lo que favorece al país? Es sencillo pero “no tanto”. La argumentación legal que se requiere para que esos empoderados que realmente están al servicio de los mexicanos, porque fue el voto que los colocó en ese puesto (bueno, eso es lo que se supone, aunque sabemos que es más que dudoso), tiene que ser sostenida por la decisión de todos.
Ese es el siguiente inconveniente. ¿Cuántos mexicanos están sometidos bajo el temor de ser despedidos de sus empleos? ¿Cuántas personas están amenazadas de violencia por diferentes grupos de presión y delincuencia organizada?
Esa es solamente una de las respuestas al por qué de la apatía del mexicano, a actuar para defender sus derechos. Ese temor de expresar las ideas por miedo, a no exigir lo que realmente marca la ley, y ser permisivos ante las decisiones que otros toman por el bien de la nación… supuestamente, porque sabemos que ciertamente se prometió que la economía iba a mejorar, lo que no se aclaró fue “la de quien”.
Hoy por hoy, es tiempo de que aquellos que viven enajenados con una televisión, empiecen a abrir los ojos y a pensar. Solo un poco, sería un buen inicio.