GDF: abuso y pérdida de tiempo

23.04.2015 12:14

Historia 1:

Una automovilista se estaciona en batería, en la zona comercial de las Lomas de Chapultepec, concretamente sobre la calle de Prado Norte. Va con una persona enferma, a la que instala en un restaurante. Luego, se dirige al parquímetro. De pronto, se da cuenta de que un empleado de Ecoparq, la empresa que lucra con los cajones de estacionamiento, procede a colocar un inmovilizador a la llanta delantera izquierda de su unidad.

-Lleva más de 15 minutos sin pagar.

-Disculpe; eso no es cierto.

El alegato es inútil. El disgusto, también. La mujer deja que el eficiente colocador de inmovilizadores prosiga con su chamba. Opta por regresar al restaurante, donde dejó a su familiar enfermo. Sobre el parabrisas se queda una "línea de captura", con la multa de tránsito y el costo que implicará el retiro del candado. En total: 559 pesos. Ah, eso sí, con la facilidad de pagarlo en una tienda de conveniencia ubicada a 20 metros del lugar del incidente.

Hecho el pago, y luego de batallar con el conmutador de Ecoparq, llega un sujeto que se estaciona en lugar prohibido y que, en un par de minutos, retira el inmovilizador de la llanta delantera izquierda

Durante el tiempo que el automóvil estuvo inmovilizado, se estacionó frente a él, en doble fila, una camioneta, a la que no le impusieron sanción alguna...

Historia 2:

La misma automovilista acude, al día siguiente, a una oficina de la Tesorería del Distrito Federal, para renovar la tarjeta de circulación de su vehículo, cuya vigencia sólo es de tres años (para que $ignifique dinero al gobierno de Mancera). El trámite le cuesta 267 pesos, más cuatro horas de hacer fila.

Reflexión final

Así como son rápidos para abusar, mediante el personal de grúas concesionadas y el de la empresa Ecopar, así, por lo menos, deberían de atender a quienes van a pagar predial, agua, tenencia, trajeta de circulación, multas y recargos. Pero eso ¡nunca va a suceder! Ni siquiera en tiempo de elecciones.

Es la verdadera cara de los partidos políticos; porque todos son iguales.