Los accidentes en el Metro, consecuencia del populismo
Digámoslo con toda claridad: sólo a dos Presidentes de la República les ha interesado el Metro: a Gustavo Díaz Ordaz, que lo puso en marcha, y a José López Portillo, que lo hizo crecer de manera consistente. Por lo que hace a los Jefes de Gobierno electos, todos del PRD, poco, casi nada, les ha llamado la atención. Por el contrario, han contribuido a un peligroso envejecimiento del Sistema de Transporte Colectivo. El populismo característico de la izquierda ha llegado al extremo de permitir que la gente suba bibicletas a los vagones.
Tanta demagogia, ineficiencia y corrupción han desembocado en casos tan lamentables como el accidente de trenes en la estación Oceanía (a principios de mayo de este año) y la caída de una escalera fija, ocurrida este sábado 19 de diciembre.
Lo anterior, sin soslayar el escandaloso caso de la nueva Línea 12 del Metro, que se ha significado por la impunidad de que goza el ex mandatario capitalino que la mandó construir: Marcelo Ebrard.
Directores del STC van y vienen y las cosas, en lugar de mejorar, empeoran. Para colmo de males, la dirigencia sindical (que es un feudo de Fernando Espino Arévalo) en lugar de propiciar una política favorable a la conservación y modernización del Metro, hace todo lo contrario.
¿Solución? Que se acabe con el populismo y que el Metro sea dirigido por expertos, sin compromisos partidistas. También, que se le dé el presupuesto que necesita, aunque se enojen grupúsculos de choque que manipulan a vendedores ambulantes, taxistas, invasores de predios, etc.
Por lo demás, el manejo financiero del STC debe ser cien por ciento transparente. Eso evitaría corruptelas que, más pronto que tarde, ponen en riesgo la seguridad de los usuarios.