México recibe un premio por rendición de cuentas, pero la realidad cotidiana es diferente

17.05.2015 14:11

Lo cierto es que nuestro país carece de una verdadera transparencia. Tan es así, que el pasado 4 de mayo, al promulgar la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública, el presidente Enrique Peña Nieto dijo que ésta permite cerrar “espacios de opacidad y discrecionalidad, y abre una nueva etapa de transparencia y rendición de cuentas en todo el país”.

El primer mandatario puntualizó que la transparencia fomenta la honestidad y la integridad en el servicio público, ayuda a prevenir y a combatir la corrupción, promueve la responsabilidad y la eficacia en la gestión pública, y empodera a los ciudadanos para evaluar a sus autoridades y exigirles que rindan cuentas.

Al hablar ante representantes de los Poderes Legislativo y Judicial; de los Gobiernos estatales y del Distrito Federal; de órganos autónomos, partidos políticos y legisladores, entre otros, el jefe del Ejecutivo hizo el siguiente exhorto: “sigamos trabajando juntos para hacer del servicio público una actividad más abierta y más cercana a los ciudadanos. Trabajemos para que la gestión pública sea más transparente y genere mayor confianza en nuestra democracia”.

Reconoció que “los mexicanos tienen derecho a conocer cómo y en qué se invierten los recursos públicos; tienen derecho a saber qué hacen sus autoridades y cuáles son sus resultados”.

De lo dicho por el Presidente de la República hace 14 días, se colige lo siguiente:

1. En el país existen espacios de opacidad y discrecionalidad.

2. Estos espacios atentan contra la honestidad y fomentan la corrupción.

3. La deshonestidad y la falta de transparencia impiden a los ciudadanos tener poder sobre los gobernantes y los partidos políticos.

4. La opacidad genera desconfianza en la democracia.

5. Por lo tanto, aunque los mexicanos tienen derecho a conocer cómo y en qué se invierten los recursos públicos, y a saber qué hacen sus autoridades, a la fecha esto no ocurre de manera generalizada.

Aclaramos que no estamos poniendo estos juicios de valor en boca del Presidente. Lo que hacemos es sacar conclusiones, a partir de su discurso del 4 de mayo pasado.

Hoy, Periodismo Libre informa, en nota por separado, que México recibe premio del Banco Mundial por su liderazgo en rendición de cuentas en América Latina y el Caribe. Esta buena noticia, sin embargo, conlleva la siguiente reflexión: nuestra clase gobernante dista mucho de tener los méritos necesarios para ser puesta como ejemplo latinoamericano de rendición de cuentas. Citemos, apenas, unos cuantos ejemplos:

1. La Casa Blanca.

2. La Mansión de Malinalco.

3. Las relaciones turbias con Grupo Higa.

4. El escándalo de OHL.

5. La no inhabilitación de David Korenfeld, ex titular de la Conagua, para ocupar un cargo público.

6. Oceanografía.

En síntesis: una cosa es el discurso y otra, la realidad. No es posible, por ejemplo, que el Presidente de la República acepte ser investigado por un subordinado que le debe el puesto. ¿O no?