Se confirma el fracaso del castrismo
El pueblo cubano ha sido, desde siempre, muy cercano al de México. Se le quiere y se le admira por su reciedumbre. Destaca por sus avances médicos. También, por su desarrollo deportivo.
El bloqueo norteamericano afectó a la gran mayoría de los cubanos; no, a la cúpula gobernante, que ha vivido bien, desde el 1 de enero de 1959, en que la guerrilla de Fidel Castro tomó el poder, con el apoyo de la entonces Unión Soviética, y de algunos traidores del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Los Castro impusieron el modelo comunista y -como sucedió en la antigua URSS- no funcionó. Los Castro, Fidel y Raúl, gozaron desde 1959 y hasta 1991, del subsidio soviético. El suministro de petróleo por parte de México ha sido constante. Y el condonamiento de las deudas contraídas por La Habana con nuestro país, también.
La llegada de Hugo Chávez al poder, en Venezuela, en 1999, dio otro respiro a la atenida economía manejada por los Castro. Muerto Chávez, el 5 de marzo de 2013, su sucesor, Nicolás Maduro, fue incapaz de mantener la cierta estabilidad chavista, y dejó de subsidiar a La Habana.
Así, se llega a este 15 de enero de 2015, en el que gobierno de los Estados Unidos comenzó a levantar las restricciones económicas a Cuba.
Nos da gusto por el pueblo cubano, al que apreciamos; nos causa molestia, porque se vuelve a rescatar a una dictadura que seguirá impune.
Por lo demás, se confirma el fracaso del castrismo.