Víctimas de primera y de segunda
01.10.2016 22:37
El pasado 26 de septiembre, la izquierda volvió a desgarrar sus vestiduras debido a que se cumplieron dos años de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. En el fondo, su reclamo es justo, sin dejar de reconocer -también- que se ha dedicado a lucrar con el tema. Siempre lo ha hecho, aquí y en China.
El 30 de septiembre, cuatro días después del segundo aniversario de la tragedia de Iguala, ocurrió una emboscada terrible contra elementos del Ejército mexicano y de la Cruz Roja, a las afueras de Culiacán, Sinaloa.
Los militares trasladaban a un hospital a un delincuente que había resultado herido durante un enfrentamiento, cuando otro grupo de sicarios los atacó. Dos vehículos de la Secretaría de la Defensa Nacional fueron incendiados con armas de alto poder. Los soldados iban a bordo.
De esto, sin embargo, muy pocos se conduelen, porque las víctimas son soldados. O sea: para la izquierda, para los liberales y para los traidores a México, tienen un valor inferior al de las víctimas de Iguala, adiestradas para atracar comercios, apoderarse de camiones de pasajeros y demás.
Pocos, muy pocos en realidad, se interesan por saber cuántos efectivos del Ejército mexicano han perdido la vida por defender a nuestros niños y jóvenes de los grupos criminales; son contadas las personas que desean información acerca de los que han resultado heridos, mutilados o desaparecidos. De la suerte de sus deudos y familiares poco se dice en los medios de comunicación.
La Defensa Nacional rindió homenaje a los caídos en Culiacán y, poco a poco, el tema se irá apagando en la agenda de los políticos y de los medios de comunicación que trabajan para ellos. En cambio, los vividores de la izquierda seguirán sacando provecho de la tragedia de Iguala. ¿Por qué? Porque hay víctimas de primera y de segunda.