Ya hemos comentado en varias ocasiones, que la confianza es un factor que pude tener una incidencia importante en los niveles de inversión y consumo, y por lo tanto en el ritmo de crecimiento del PIB. Pero para que haya un ambiente de certidumbre, es fundamental que las señales que se manden al mercado sean claras y lo más apegado a la realidad, ya que de lo contrario la percepción puede empeorar y generar un entorno de debilidad económica.
Las autoridades han insistido en que la economía mexicana está acelerando su ritmo de crecimiento, independientemente del entorno internacional. En este contexto, se hace referencia a la tasa de crecimiento de 2.5% del PIB en el primer trimestre del año, señalando que esto es alentador, ya que este ritmo de avance es superior al reportado por países como Perú, Chile, Brasil y los Estados Unidos, además de que supera el promedio de la OCDE.
También es cierto que supera el crecimiento del primer trimestre del año pasado, lo cual es positivo. Sin embargo, es importante señalar que este desempeño de la economía mexicana apenas mantiene el nivel promedio de las últimas tres décadas, y que finalmente no ha sido suficiente para satisfacer las necesidades de empleo y bienestar de la población.
Asimismo, se señala que el mercado interno está creciendo, lo que se asocia por una parte, con la creación de empleos y con un mayor poder de compra de las empresas y familias, relacionado con la baja de tarifas telefónicas y eléctricas, lo que permite liberar recursos para canalizarlos al consumo.
Esta percepción se sustenta con los resultados recientes de las ventas de establecimientos comerciales, especialmente de los reportados por la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicios y Departamentales (debido a que son los más actualizados), que señalan que en mayo la ventas totales crecieron a una tasa anual nominal de 11.0%. Además se resalta el dinamismo que han mantenido las ventas de autos en lo que va del año.
Evidentemente el entorno que se describe hace pensar que la economía mejorará significativamente en los siguientes meses si se mantienen estas condiciones No obstante, la percepción de empresas, consumidores y especialistas, parece ser más cautelosa e incluso más pesimista, ya que los indicadores de confianza y las expectativas de crecimiento se han seguido ajustando a la baja a pesar de lo positivo que parece el entorno.
No obstante, si se observa con mayor detenimiento el comportamiento de los principales indicadores económicos, se aprecia por una parte, que si bien el poder adquisitivo del salario mínimo general ha mejorado en 2015, después del aumento del inicio del año y de una nueva alza a partir de abril, como resultado de la mecánica aprobada para la homologación del salario mínimo hacia una sola zona de referencia, la estructura de contrataciones por nivel salarial se ha modificado significativamente, concentrándose principalmente en puestos con salarios más bajos.
Las cifras del INEGI sobre el comportamiento de la población ocupada, muestran claramente este cambio en la estructura salarial, señal de que la capacidad de compra de las familias no necesariamente ha tenido una mejora sustancial.
Evidentemente esto no empata con el dinamismo de las ventas de establecimientos comerciales, por lo que se podría anticipar que este comportamiento en el consumo puede ser temporal, incluso se podría asociar con las ventas relacionadas al proceso electoral. De hecho, según la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), en mayo se observó una importante disminución en el ritmo de crecimiento de la producción de vehículos y las ventas al público, toda vez que en el primer caso se reportó un alza anual de solo 0.3% y en el segundo de 15.6%, aunque en este caso el porcentaje fue menor en casi siete puntos porcentuales al avance de los primeros cuatro meses del año.
De este comportamiento se infiere la posibilidad de que una vez concluido el periodo electoral, la ausencia del gasto de campañas se refleje en un menor dinamismo de las ventas. Incluso, algunas opiniones anticipaban que este ritmo de avance no es sostenible con las condiciones laborales existentes y la incertidumbre que prevalece entre los agentes económicos.
Los datos indican que la confianza empresarial se mantiene en sus niveles históricamente más bajos, señal de que la percepción de los directores de empresas muestras un reducido nivel de certidumbre.
Por otro lado se señala que el avance del consumo se refleja en el avance de las cifras de la confianza del consumidor, que mantiene variaciones anuales positivas desde finales del año pasado. Sin embargo, esta dinámica no es comparable con el comportamiento de los indicadores de confianza empresarial, toda vez que los indicadores de confianza del consumidor están indizados a una base 100, lo que no permite saber dónde estamos dentro de la escala de 0 a 100, sino sólo como cambia en el tiempo. Sin embargo, al revertir este proceso y dejar la serie en su forma original, se puede apreciar que el índice de confianza del consumidor nunca ha estado por arriba de su nivel de los 50 puntos, lo que parece confirmar que los consumidores han vivido inmersos en una constante desconfianza.
Aunado a esto persiste un entorno de ausencia de estado de derecho que se refleja en los niveles aparentemente no vistos de corrupción, impunidad e inseguridad. La falta de contundencia en el actuar de las instituciones encargadas de ejercer las leyes es inédito. El cinismo con que algunas autoridades irrespetan la ley para negociar posiciones políticas o económicas, simplemente confirma la reducida confianza que tiene la población en las autoridades y en los partidos políticos.
En un ambiente como este, será mucho más complicado establecer un entorno en el que la actividad productiva despegue. Las reformas estructurales no han dado los resultados esperados. De hecho, algunas han afectado el ingreso disponible de empresas y familias, otras no han garantizado el ambiente de seguridad propicio, ni existe el proceso para lograr la calidad educativa indispensable para un mayor nivel de desarrollo y bienestar. La dominancia política de diversos grupos ha puesto en jaque la gobernabilidad del país.
La necesidad de corregir todos estos temas es urgente cuando el país está en un momento en el que debe fortalecer su estabilidad macroeconómica y asegurarla en el mediano y largoplazos, si se quiere estar preparados para cuando la dinámica financiera internacional cambie y mantenernos como un destino atractivo y seguro para los capitales externos.
Es indudable que el mercado interno es, o puede ser, el principal motor de crecimiento de la economía mexicana y dados los resultados recientes es relevante señalar que si este comportamiento mejora o se mantiene en los próximos meses, aun cuando no será de manera significativa, dado el débil mercado de trabajo y los bajos ingresos ofrecidos en los nuevos empleos, si podría ser una señal favorable.
Evidentemente el entorno es complicado, pero existe la oportunidad de considerar medidas que estimulen el crecimiento en el corto plazo.
Descargar íntegro, el Análisis Económico Ejecutivo del CEESP, correspondiente al lunes 15 de junio de 2015.