Recientemente el INEGI dio a conocer los resultados de la encuesta nacional de ocupación y empleo de marzo, en los que resalta que en ese mes la tasa de desocupación, de acuerdo con cifras desestacionalizadas, se ubicó en 4.2%, lo que significó su nivel más bajo desde 2008.
Evidentemente este comportamiento generó mejores expectativas para los próximos meses en materia de crecimiento económico y creación de empleos, toda vez que se ligó a los buenos resultados reportados por el IMSS en materia de nuevos registros en los meses recientes.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que el aumento en el número de afiliados al IMSS no precisamente significa nuevos empleos. Una buena parte de los nuevos registros al IMSS corresponde solo a la formalización de trabajadores que ya tenían un empleo, por lo que no toda la afiliación tiene que ver con la creación de nuevas plazas de trabajo.
Al considerar otros indicadores de ocupación de la ENOE, se observa que la tasa de informalidad laboral tuvo un repunte durante marzo, lo cual puede en buena medida ser la causa de que la tasa de desocupación se haya reducido.
Si este es el caso, que tal parece que sí y que inició desde hace ya algunos meses, según los datos, no debería ser un proceso que deseamos, sino por el contrario, lo que puede reflejar es una mayor precarización del mercado laboral y la posibilidad de que el bienestar de los hogares mejore, tome mayor tiempo.
Si bien los datos generales muestran que el empleo crece, algunos cálculos indican que la masa salarial mantiene un comportamiento lateral, lo cual no refleja el beneficio del aumento en la ocupación. De hecho, lo que esto confirmaría es que, por una parte, si bien el empleo ya sea formal o informal crece, los salarios que se pagan en ambos sectores en las nuevas contrataciones son cada vez más bajos.
Las cifras disponibles indican que tan solo en el 2014, el total de ocupados con ingresos de hasta tres salarios mínimos aumentó en 897,689 personas, mientras que el universo de ocupados con ingresos superiores a 3 salarios mínimos se contrajo en 1,064,515.
Un buen desempeño de la economía debería mostrar principalmente la capacidad de generar empleos formales, lo cual estaría reflejando las buenas condiciones del entorno para que fluya la inversión, que es la principal fuente de generación de nuevos puestos de trabajo.
No obstante, ni el ritmo de crecimiento ni el entorno de negocios ha sido el mejor para que en nuestro país el mercado laboral se vea beneficiado significativamente. Los hogares siguen mostrando un déficit en su ingreso personal frente a las necesidades que tiene que cubrir, desde alimentos, educación, transporte y salud, entre las más apremiantes.
La situación se complica cuando al analizar las cifras de ocupación y desocupación se infieren importantes necesidades, ya que el objetivo no solo es tener la capacidad para cubrir el número de desempleados y de aquellos que cada año se integran al mercado laboral, que suman poco más de tres millones. A esto habría que integrar todas aquellas personas que si bien están ocupadas, tienen la necesidad y disponibilidad de ofertar más tiempo de trabajo de lo que su ocupación actual les permite (subocupación), que son cerca de 4 millones de personas. Adicionalmente existe otro rubro que se define como la población no económicamente activa disponible, que se refiere a todas aquellas personas que en la semana de referencia no trabajaron, ni tenían trabajo, ni buscaron activamente uno, por considerar que no tenían oportunidad para ello, pero tienen interés en trabajar. Evidentemente esto se podría considerar como otro tipo de desocupación, donde se integran cerca de 6 millones de persona.
Es claro que la necesidad de generar empleos es fundamental cuando vemos estas cifras, pero lo es más el hecho de que los nuevos puestos de trabajo se concentren en la formalidad con todos los beneficios que ello implica. Mantener las condiciones para crear empleos informales y de poca calidad, simplemente inhibe el dinamismo del mercado interno, retrasando la posibilidad de un crecimiento elevado de la economía.
Las reformas aprobadas deberán generar las condiciones para que las empresas se desarrollen eficientemente, y esto incida favorablemente en el fortalecimiento del mercado laboral en el mediano y largo plazo. Los hogares requieren de un entorno de mayor bienestar.
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