De la Redacción.
Fotos: Jorge Santa Cruz.
CIUDAD DE MÉXICO, 27 de septiembre de 2015.- Agustín de Iturbide no es un héroe conservador, ni de secta. Es el héroe nacional; el que consumó la independencia, ni más ni menos, y como tal debería de ser reconocido por el Estado mexicano, aseguró el historiador Luis Reed Torres.
Al encabezar un homenaje ciudadano en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, el autor de obras como El Periodismo en México, 500 años de historia; Hidalgo por Hidalgo; Al servicio del enemigo. La verdad sobre Juárez y el Partido Liberal, entre otros, explicó que Iturbide se proclamó emperador porque era el sistema de gobierno adecuado para México, en ese momento.
Tanto los mexicas como los españoles estaban acostumbrados a tener un emperador. Los aztecas le llamaban Tlatoani, pero era un gobernante absoluto. Por ello, expuso, el sistema federalista norteamericano era extraño a México.
Recordó que Iturbide consumó la Independencia de México en apenas siete meses y, prácticamente de manera incruenta, porque convocó a la unidad de todos los mexicanos, a diferencia de Hidalgo, que planteó la lucha como una guerra de castas.
Consideró que el propio cura de Dolores, así como otros personajes de la talla de Allende, Aldama, Abasolo, Jiménez y Morelos, deben ser reconocidos en lo que merecen y ser reprobados, en función de sus excesos.
Detalló que el Primer Imperio Mexicano, encabezado por Iturbide, era incómodo para el gobierno republicano calvinista de los Estados Unidos de América, y para la Doctrina Monroe. Por ello, se propuso derrocarlo y, para tal efecto, se valió de un individuo culto, Joel R. Poinsett.
Éste, propuso el reconocimiento de Washington al régimen iturbidista, a cambio de que vendiera todos los territorios del Norte de México. Como Iturbide se negó, quedó expuesto a la intriga y la persecución.
Lo paradójico, abundó, es que durante todo el siglo XIX, los liberales más acendrados reconocieron a Iturbide como Libertador de México. Hoy, en cambio, la historia oficial, lo condena, concluyó Reed Torres, quien luego de su exposición, depositó un arreglo floral debajo de los restos del Libertador, que reposan en la Capilla de San Felipe de Jesús, en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.