° Cada vez más difícil conseguir empleo.
° Salarios tienden a bajar.
° Más de 3.6 millones de mexicanos, trabajan, pero no ganan
° Urge una inversión pública efectiva, que propicie la inversión privada
CIUDAD DE MÉXICO, 15 de febrero.- A pesar de que las expectativas apuntan hacia un mayor ritmo de crecimiento para el presente año, los pronósticos se siguen ajustando a la baja respondiendo al menor dinamismo que han mostrado las principales variables económicas, respecto a lo previsto. Sobre todo en cuanto al comportamiento del mercado interno, que sigue debilitado y sin señales de una posible recuperación en el corto plazo, por lo que la principal fuente de crecimiento se está consolidando en el mercado externo.
Sin embargo, es claro que este factor por sí solo no es suficiente para crecer al ritmo que requiere nuestro país para satisfacer las necesidades de los hogares, tanto en materia de empleo como de ingresos dignos. Sin un entorno de empleo de calidad y mejor remunerado, la posibilidad de estimular el consumo es reducida.
Recientemente el INEGI dio a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Empleo (ENOE) para el cuarto trimestre del 2014, en la que señalan que la tasa de desocupación en ese periodo fue de 4.38%, la más baja para el mismo lapso desde 2008, año previo a la crisis. Sin embargo, este porcentaje fue equivalente a un total de 2 millones 284 mil 602 personas que no tienen empleo, cifra que si bien fue menor en 140 mil 685 a la del 2013, resultó superior en 661 mil 730 personas a la cifra del 2007.
Sin embargo, no solo ésta es la necesidad de empleos en México. A esta cifra podríamos incluir la subocupación, en donde se clasifica a las personas ocupadas con la necesidad y disponibilidad de ofertar más tiempo de trabajo de lo que su ocupación actual les permite, segmento que al cierre del 2014 sumó 3 millones 973 mil 973 persona, 730 mil 926 más que en el cuarto trimestre del 2007.
Además, la posibilidad de encontrar un empleo se ha ido haciendo cada vez más difícil, situación que se puede reflejar también en aquellas personas clasificadas como población económicamente no activa disponible, que representa a todos aquellos que la semana de referencia no trabajaron, ni tenían trabajo, ni buscaron activamente uno, por considerar que no tenían oportunidad para ello, pero tienen interés en trabajar, en donde se concentraron 5 millones 834 mil 585, cifra que superó en 709,302 personas el resultado de 2007.
La dificultad para conseguir un empleo ha incidido negativamente en la evolución de los salarios, toda vez que la necesidad de ocuparse lo más pronto posible propicia que los trabajadores estén dispuestos a recibir salarios más bajos de los que tenían o inferiores a sus capacidades. La precarización del mercado de trabajo por esta razón se ha convertido en un importante factor que inhibe una rápida recuperación del mercado interno, dada la reducida capacidad adquisitiva que tienen las familias.
De acuerdo con las cifras del INEGI, en el IV trimestre del 2007 había 13 millones 677 mil 196 ocupados con ingresos superiores a tres salarios mínimos, siete años después (2014) esta cifra se contrajo a 10 millones 486 mil 286 persona. Por el contrario, el universo de ocupados que reciben menos de tres salarios mínimos pasó de 24 millones 439 mil 466 en 2007 a un total de 29 millones 829 mil 771 en 2014.
Este entorno no deja dudas de la precarización del mercado laboral, que además de la enorme necesidad de nuevos puestos de trabajo y el considerable aumento de la ocupación con niveles salariales más bajos, reduce la capacidad adquisitiva de los hogares, limitando el consumo y por consiguiente inhibiendo un fortalecimiento del mercado interno.
Esa situación es posiblemente la que en mayor medida puede limitar la posibilidad de que la economía crezca por arriba del 3.0% este año. Mientras no se fortalezca el empleo y las percepciones vía productividad, es poco factible pensar en niveles de avance de 5.0%, aún con le estimulo proveniente del exterior y las reformas estructurales aprobadas.
Dadas las condiciones, sería más apropiado sentar las bases para estimular el gasto de capital privado a través de una inversión del sector público eficiente y destinada a proyectos con alta rentabilidad social, pero que al mismo tiempo sean atractivos para el sector privado. Infraestructura para el beneficio de los hogares y relacionada con proyectos productivos es la mejor manera de hacer crecer al país, y con ello mejorar la situación laboral de los hogares.
El universo de personas que buscan un empleo y los que estarían disponibles a emplearse es muy elevado, pero además están todos aquellos que anualmente se integran al mercado de trabajo. Es claro que la tarea es difícil pero indispensable para lograr que en el largo plazo el país cuente con mayores tasas de crecimiento y mejores condiciones de vida.
Fuente: CEESP.
Foto: Especial.