Se requieren más esfuerzos para crecer

El ritmo de avance que muestra el IGAE en abril y mayo, permite anticipar que el crecimiento del segundo trimestre sea inferior al pronóstico de los especialistas, es decir, cabe la posibilidad de que se ubique por debajo del 2.5%, lo que sin duda afectará el resultado esperado para todo el año, que ya de por sí es bajo.

 

Análisis Económico Ejecutivo del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, correspondiente al 3 de agosto de 2015.

 
Recientemente el INEGI informó, mediante el IGAE, que durante mayo la economía creció solo 0.1% respecto al mes previo, lo que en términos anuales representó un incremento de 2.1%, que fue su menor avance en los últimos siete meses. 
 
Un aspecto que preocupa, es el hecho de que el sector industrial no repunta, en especial el sector manufacturero que ya acumula dos meses consecutivo con variaciones negativas, lo cual puede estar respondiendo a que la economía de los Estados Unidos todavía no muestra un desempeño suficiente para que la producción de nuestro país se vea beneficiada, a pesar de que el Departamento de Comercio señaló que en su primera estimación, el PIB del segundo trimestre tuvo un crecimiento anualizado de 2.3% (cifra menor al 2.6% estimado por el mercado).
 
En este entorno, el sector exportador, que se considera como uno de los principales generadores de crecimiento, no parece tener el dinamismo suficiente y continuo para animar al mercado interno. 
 
Evidentemente, como lo hemos hecho notar durante los últimos dos años, la demanda que requiere el mercado interno no tiene la pujanza requerida, como consecuencia de la precarización del empleo y de la reforma fiscal. 
 
Los datos de la Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares 2014 (ENIGH), así como los resultados sobre la pobreza a nivel nacional que elabora CONEVAL, simplemente vienen a confirmar el debilitamiento y la precarización del mercado laboral, así como el aumento de la desigualdad del ingreso.
 
Pero hay más, la posible alza de las tasas de interés de la FED sigue debilitando el tipo de cambio, y aunque si bien las medidas de política monetaria anunciadas por el Banco de México permitirán esperar con más tranquilidad la decisión de la FED, es claro que de acuerdo con la política de decisiones de la Reserva Federal deberá realizar un aumento similar en las tasas de interés. Esto provocará un incremento en los costos financieros de la deuda de corto plazo del gobierno federal que se vaya renovando, y eventualmente en el costo del dinero del sector privado, lo que podría ser un elemento adicional restrictivo para el crecimiento.
 
Si bien es cierto que hay otros indicadores que comenzaron a dar señales de una modesta mejora, como las ventas al menudeo y el dinamismo de las ventas del sector automotriz los datos más recientes ya reportan tasas de crecimiento menos pronunciadas, lo que permite intuir que en los próximos meses su evolución será más moderada, y sin duda afectará el ritmo de avance de la actividad económica del país.
 
El ritmo de avance que muestra el IGAE en abril y mayo, permite anticipar que el crecimiento del segundo trimestre sea inferior al pronóstico de los especialistas, es decir, cabe la posibilidad de que se ubique por debajo del 2.5%, lo que sin duda afectará el resultado esperado para todo el año, que ya de por sí es bajo.
 
La posibilidad de que la actividad económica repunte significativamente este año se debilita, por lo que es el momento para establecer las políticas económicas a seguir el próximo año que estimulen un ritmo de crecimiento superior al 3.0%, hay que tener presente que la incipiente aportación de las reformas estructurales no será suficiente. 
 
Los ajustes que se requieren para las próximas licitaciones de proyectos de Pemex, además de modificaciones fiscales que estimulen la inversión y el consumo, son fundamentales para un mejor desempeño de la actividad productiva y de la creación de empleos.
 
Crear los empleos que se requieren para mejorar los niveles de vida de la población y realmente contribuir a la reducción de la pobreza, es una tarea compleja. Crecer por arriba del 5% requiere de la combinación de diversos factores que generen un ambiente de negocios lo suficientemente atractivo que estimule la inversión.
 
Sin embargo, las expectativas podrían no mejorar mucho si se mantienen otros aspectos que inhiben un mejor desempeño de la actividad productiva. Mientras el país se encuentre inmerso en un ambiente de elevada corrupción, impunidad, altos niveles de inseguridad, pobreza y desigualdad, además de un claro entorno de falta de gobierno, la confianza empresarial y de los consumidores seguirá debilitada.
 
A pesar de las exigencias que la población ha hecho al gobierno para dar solución a este entorno, los esfuerzos no han dado fruto. En abril pasado el Centro de Estudios sobre Impunidad y Justicia de la Universidad de las Américas Puebla, publicó su índice Global de Impunidad 2015, en el que ubica a nuestro país en el penúltimo lugar de una muestra de 59 países, en este tema. 
 
Si bien hace algún tiempo México resaltó en el ámbito internacional gracias a la fortaleza macroeconómica que forjó durante muchos años, ahora sobresale por ubicarse en lugares considerablemente bajos en el ranking mundial en temas como competitividad, confianza en las autoridades, corrupción, desvío y despilfarro de fondos públicos. 
 
No hay que olvidar que para lograr altas tasas de crecimiento se requiere inversión y confianza en las políticas públicas que se instrumenten.
 
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