Por Roberto Velázquez Cabrera
Desde hace cinco siglos, las milenarias tecnologías mexicanas fueron prohibidas, sobre todo, las que se usaban en la guerra y las que aprovechaban en las ceremonias y rituales religiosos y las que podían competir con las que fueron importadas por los invasores y colonizadores.
Ni siquiera se han encontrado interesados institucionales en investigar con profundidad y científicamente, ni en reaprovechar el conocimiento asociado a los millones de objetos arqueológicos del patrimonio nacional que muestran las extraordinarias tecnologías mexicanas que fueron olvidadas, como la sonora, la lapidaria, la metalúrgica y muchas otras que se incluyen como ejemplos en la lista de estudios abiertos de tlapitzalli, aunque se muestran varias manifestaciones antropológicas de origen antiguo, que fueron registradas en algunos de los cientos de miles de grabaciones etnológicas tempranas, de los dos siglos pasados.
Los programas y normas nacionales de la cultura no incluyen a la tecnología y las de esta no se ocupan mucho de la cultura.
La prohibición subsistió, se actualizó y se reforzó en el Protocolo Secreto de los Tratados de Bucareli de 1923, al restringir el desarrollo de las nuevas tecnologías que podían competir con la industria de los EUA.
En la Entrevista de Jorge Santa Cruz sobre "TLECAN y Reforma Energética. herencia de los Tratados de Bucareli: Arrioja Vizcaíno" se comenta la continuidad entre los Tratados de Bucareli, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y la Reforma Energética, cuyo común denominador es propiciar la dependencia de México hacia los Estados Unidos. Con el TLECAN se incrementaron las exportaciones, pero las importaciones han sido mayores.
Se registran muy pocas patentes de nacionales y menos de ellas se industrializan. Ni los institutos tecnológicos nacionales han generado muchas patentes y otros que se llaman tecnológicos, como el ITAM (Instituto Tecnológico Autónomo de México) y sus egresados, que han ocupado muchos altos cargos administrativos en el gobierno, no han generado una sola patente. Ni siquiera incluyen en sus programas académicos sectores tecnológicos nacionales en particular con profundidad.
No se conocen programas o proyectos nacionales efectivos para generar e industrializar patentes.
Con las privatizaciones de sectores estratégicos no se ha generado tecnología de valor notable local. Las inversiones del extranjero han traído su propia tecnología, sin generar una industrial o de servicios nacional.
Las pocas innovaciones nacionales en ciencia y tecnología conocidas son principalmente de investigadores individuales. Se premia más la publicación de trabajos en papel, aunque ni siquiera se apliquen en la realidad, para producir algo de valor.
Lo de mayor valor tecnológico que fue desarrollado con la industrialización nacional fueron algunas manufacturas, pero la gran mayoría es maquiladora, armadora y hasta re empacadora de productos, partes y diseños importados. La ingeniería mexicana fue disminuida por la venida del extranjero y no han surgido ni objetivos o deseos notables de cambiar la situación.
No se ha encontrado un documento rector oficial nacional que incluya en su texto las dos palabras: “tecnologías mexicanas”. En los documentos conocidos de la administración actual, como el Pacto por México 2012, el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 y el reciente Modelo Educativo 2016, sólo se incluyen algunas tecnologías importadas como las de la información.
Las tecnologías mexicanas son necesarias para lograr un verdadero desarrollo, independencia y soberanía nacional, y para poder competir internacionalmente. Los países desarrollados industrialmente generan, producen, consumen y exportan la tecnología de mayor valor agregado. Los subdesarrollados sólo la importan, transforman y consumen, si pueden. Solo los ilusos y los ignorantes pueden creer que sin tecnología puede desarrollarse un país.
Desde 2001, se han planteado peticiones ciudadanas con objeto de establecer políticas y programas efectivos para investigar, desarrollar y promover las tecnologías mexicanas, como la sonora, pero siguen vigentes porque no han sido atendidas por ninguna dependencia o entidad nacional, ni siquiera por las relacionadas con la educación y la investigación científica y tecnológica, sin que se conozcan objeciones legales o técnicas para no hacerlo.
En los sistemas abiertos para presentar propuestas al gobierno, ni siquiera se incluye al Modelo Educativo 2016 u otro plan educativo, como tema de consulta. En el texto de los FINES DE LA EDUCACIÓN, del Modelo Educativo 2016 (p 14), ni siquiera se incluye a la tecnología.
Los nuevos tratados internacionales que se han venido promoviendo, también son secretos, como los de Bucareli.
En esta nota no pudo incluirse una foto o figura de algo tecnológico nacional representativo, ya que no existe en la actualidad, ni siquiera en las gigantescas bases de datos de los buscadores automáticos de Internet.