Adiós a Marcelo
¡Qué buena noticia!
Marcelo no podrá ser diputado.
Ello significa que no disfrutará de fuero, eso que tanto parece necesitar.
Marcelo es un ambicioso. Sólo conocemos a dos individuos con mirada semejante: Luis Echeverría Álvarez, ex secretario de Gobernación en el 68, y ex Presidente de la República, quien autorizó la matanza del Corpus. El otro es Marcelo Ebrard Casaubon; ambos poseen la mirada de un ave carnicera: dura, penetrante. En sus respectivos mandatos se reflejó su canibalismo político. Lo negativo de Ebrard, ex jefe de Gobierno del D.F., es largo de enumerar. Antes de ser Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, fue jefe de la Policía y ordenó publicidad radiofónica por conducto de uno de sus achichincles. Al final, Marcelo se negó a pagar la factura.
Felipe de Jesús Calderón perdura en la memoria por la Estela de Luz (de la ignominia) y a Ebrard, lo recordará la gente por la línea dorada del Metro, que no funcionó y encima de eso exigirá inversiones extra, incalculables. La corona de su sexenio se abolló lastimosamente. Marcelo lo mandó fabricar. Él sabrá que los rieles no coinciden en el tramo elevado con las ruedas de los furgones. Pero… se calló. No habló. Quiso a la fuerza ser diputado federal. Serlo a como diera lugar. Ebrard sospecha que por las malas cuentas que entregó, lo van a demandar. Necesita fuero para evadir a la justicia.
Sin embargo, acudió al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el cual puso fin a sus aspiraciones.
Los capitalinos sabemos, por ahora, su maniobra de recurrir a lo más alto para salirse con la suya, pero se le frustró.
Cuando era Jefe de Gobierno expropió un predio en la colonia Roma, lo puso a nombre de su hermano.
En estos días, lo habitan él y su actual esposa, pero el catastro se puso a investigar por qué el predio fue a dar a manos gubernamentales y encontró que fue ilegalmente sustraído a su legítimo dueño y se está en la tarea de evaluarlo y devolver al dueño el dinero que no le pagaron.
Mientras el DF investiga, Marcelo vive en casa ajena. Para terminar, afirmaremos que lo consideramos ajeno a nuestra vida civil y un ser perjudicial. ¡Sería excelente que lo obligaran a pagar los millones de pesos derrochados en una obra inútil!