Bien por los politécnicos; su ejemplo, debe ser imitado
El acuerdo al que llegó la comunidad del Instituto Politécnico Nacional (IPN) vuelve a encender la luz a mitad del túnel. Y es un ejemplo que debe inspirar a la solución de los demás conflictos que ponen en peligro el futuro de México. El principal, por supuesto, es el de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, que fueron asesinados, o siguen desaparecidos.
El IPN tiene delante de sí un claro proceso de recomposición. Deberá desechar estructuras y paradigmas caducos y actualizarse, con base en la reconciliación.
Lo mismo debería suceder con nuestra Nación: dejar atrás los modelos políticos y económicos que lo han llevado casi al abismo, para encontrar nuevos paradigmas, basados en el interés común y, por supuesto, en la reconciliación.
Si los politécnicos son capaces de reconstituir a su Instituto, no vemos por qué los mexicanos no podamos hacerlo a nivel de todo el país.
En el IPN, las partes en conflicto privilegiaron, a final de cuentas, la negociación. Eso mismo deberán hacer, por ejemplo, el Gobierno Federal y los deudos y familiares de los normalistas muertos y desaparecidos.
La administración del presidente Peña Nieto debe conducirse con base en la verdad, la transparencia y la justicia, procurando que los todos los culpables sean llevados a proceso.
Debe corregir, asimismo, las deficiencias estructurales, aunque con ello se sacrifique a una partidocracia inepta, abusiva y corrupta.
Las familias afectadas y la comunidad de Ayotzinapa, toda, deben reconocer -de igual manera- su falta de previsión, sabido es que las normales rurales, desde tiempos del presidente Lázaro Cárdenas, han sido un instrumento de agitación política.
Y así como pedimos al presidente Peña Nieto que termine con la partidocracia, así también solicitamos a la comunidad de Ayotzinapa que se desmarque de la guerrilla.
De ninguna manera queremos decir que se dé carpetazo al Caso Iguala. Tampoco, que México se desentienda del dolor de los familiares, amigos y gente cercana a los normalistas muertos y desaparecidos.
Por el contrario: exigimos que la investigación prosiga hasta esclarecer los hechos, a fin de que se castigue con la mayor dureza a los responsables.
Pero lo que sí queremos enfatizar es que la comunidad de la Normal Rural de Ayotzinapa debe ser consciente de que un levantamiento guerrillero sólo terminaría de precipitar al país al despeñadero.
Luego de terminado el paro en el Poli, autoridades, maestros, estudiantes y trabajadores se pusieron a limpiar edificios y áreas comunes.
Lo mismo tienen que hacer -en sentido literal, más que metafórico- todos los involucrados en la tragedia del 26 de septiembre pasado: barrer y limpiar; tirar lo que ya no sirve del sistema político y poner las bases de un México verdaderamente justo y libre.