Cuando decir la verdad se convierte en un delito
15.07.2016 18:28
El nuevo orden mundial y los delitos de opinión
Cuando decir la verdad se convierte en un delito
El investigador revisionista español, Pedro Varela Geiss, ha sido encarcelado por editar libros que contradicen la versión oficial sobre lo ocurrido durante la Segunda Guerra Mundal. Lo encerraron en la Cárcel Modelo de Barcelona, acusado de promover el odio.
También en España, pero en Madrid, se acaba de "legalizar" otra persecución: la Asamblea de la Comunidad madrileña aprobó por unanimidad ayer, jueves 14 de julio, la Ley de Protección Integral contra la Discriminación por diversidad Sexual y de Género, mejor conocida como la ley LGTBfobia.
Se trata de una imposición que obliga a introducir la ideología de género en todos los colegios públicos y privados (que son, éstos, en su mayoría católicos).
La diputada del partido político Podemos y lideresa del lobby gay, Beatriz Gimeno, declaró en tono de triunfo: "Las terapias para curar la homosexualidad serán prohibidas, nunca más habrá adolescentes empastillados y padres engañados, y nunca más se podrá decir que la homosexualidad se puede curar".
Pero Ignacio Arsuaga, presidente de HastaOir.org, una organización española, dice que el tema va mucho más allá: "Todo acto de violencia y discriminación debe ser condenado porque se realiza contra una persona, independientemente de su condición. Pero la ley madrileña no pretende combatir la violencia sino imponer la ideología de un grupo minoritario de la sociedad". Dicho de otra manera: el que discrepe, será acusado de ejercer la discriminación.
¿Y qué pasa a nivel global? : que todo aquel que señale con elementos ciertos y lógicos que el terrorismo islamista es patrocinado por Estados Unidos, Francia, Arabia Saudita y Qatar, entre otras naciones, es calificado inmediatamente de "terrorista" y se cierne sobre de él (o sobre de ella), el cerco del Tribunal Mundial.
A la población mundial se le ha ido narcotizando de manera gradual mediante el envilecimiento de los "sistemas educativos", de la basura mediática y del control económico y financiero.
También, a través del alcohol y las drogas y de la represión. (Lo ocurrido en Niza, Francia, les da más argumentos para imponer un sistema policíaco global, que hubiera envidiado el dictador soviético José Stalin).
Los dos pasos siguientes serán:
1. La imposición de una religión mundial, "libre de prejuicios, de dogmas y de violencias", que conlleve la perdición de millones de almas, en el sentido metafísico de la palabra.
2. La imposición global de los delitos de opinión, para que la gente no investigue, no busque la verdad y trate de preservar la libertad que Dios le dio.
En México, ese gobierno mundial avanza muy rápido y no nos debera extrañar que pronto las cárceles empiecen a recibir a intelectuales que por pensar e investigar, con todo el rigor académico, que por demostrar que los dogmas oficiales son falsos, terminen tras las rejas, acusados de cometer "delitos de opinión".
El Nuevo Orden Mundial y los delitos de opinión
Por: Jorge Santa Cruz.
El investigador revisionista español, Pedro Varela Geiss, ha sido encarcelado por editar libros que contradicen la versión oficial sobre lo ocurrido durante la Segunda Guerra Mundal. Lo encerraron en la Cárcel Modelo de Barcelona, acusado de promover el odio.
También en España, pero en Madrid, se acaba de "legalizar" otra persecución: la Asamblea de la Comunidad madrileña aprobó por unanimidad ayer, jueves 14 de julio, la Ley de Protección Integral contra la Discriminación por diversidad Sexual y de Género, mejor conocida como la ley LGTBfobia.
Se trata de una imposición que obliga a introducir la ideología de género en todos los colegios públicos y privados (que son, éstos, en su mayoría católicos).
La diputada del partido político Podemos y lideresa del lobby gay, Beatriz Gimeno, declaró en tono de triunfo: "Las terapias para curar la homosexualidad serán prohibidas, nunca más habrá adolescentes empastillados y padres engañados, y nunca más se podrá decir que la homosexualidad se puede curar".
Pero Ignacio Arsuaga, presidente de HasteOir.org, una organización española, dice que el tema va mucho más allá: "Todo acto de violencia y discriminación debe ser condenado porque se realiza contra una persona, independientemente de su condición. Pero la ley madrileña no pretende combatir la violencia sino imponer la ideología de un grupo minoritario de la sociedad". Dicho de otra manera: el que discrepe, será acusado de ejercer la discriminación.
¿Y qué pasa a nivel global? : que todo aquel que señale con elementos ciertos y lógicos que el terrorismo islamista es patrocinado por Estados Unidos, Francia, Arabia Saudita y Qatar -con la complicidad de Turquia-, entre otras naciones, es calificado inmediatamente de "terrorista" y se cierne sobre de él (o sobre de ella), el cerco del Tribunal Mundial.
A la población mundial se le ha ido narcotizando de manera gradual mediante el envilecimiento de los "sistemas educativos", de la basura mediática y del control económico y financiero.
También, a través del alcohol y las drogas y de la represión. (Lo ocurrido en Niza, Francia, les da más argumentos para imponer un sistema policíaco global, que hubiera envidiado el dictador soviético José Stalin).
Está claro que el terrorismo islamista patrocinado por políticos y oligarcas occidentales tiene que ver con la crisis de violencia en Europa, porque pretende debilitar el Orden Cristiano, el bastión más fuerte contra el Nuevo Orden Mundial (NOM).
Nótese cómo las "democracias" occidentales han apoyado a su aliado turco, Erdogan, con motivo de la intentona golpis.
Los dos pasos siguientes serán:
1. La imposición de una religión mundial, "libre de prejuicios, de dogmas y de violencias", que conlleve la perdición de millones de almas, en el sentido metafísico de la palabra.
2. La imposición global de los delitos de opinión, para que la gente no investigue, no busque la verdad y trate de preservar la libertad que Dios le dio.
En México, ese gobierno mundial avanza muy rápido y no nos debera extrañar que pronto las cárceles empiecen a recibir a intelectuales que por pensar e investigar, con todo el rigor académico, que por demostrar que los dogmas oficiales son falsos, terminen tras las rejas, acusados de cometer "delitos de opinión".