De okupas, adefesios y televisos: el inicio del rector Graue
28.02.2016 08:34
No es un inicio intenso o espectacular, pero en los dos primeros meses del año van tres situaciones que ya marcan este naciente rectorado. Veamos.
La noche de miércoles 24 a jueves 25 de febrero la detención de un okupa generó el primer hecho violento en la gestión del médico oftalmólogo Enrique Graue al frente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Para la Procuraduría General de la República (PGR) se trata de un presunto narcomenudista; para la oficina de prensa universitaria es alguien ajeno a la institución a quien califican de “provocador”, y para los que se han hecho desde septiembre de 2000 del auditorio de la Facultad de Filosofía y Letras, es “un compañero solidario tallerista y artesano”, un miembro del okupache, nombre genérico de los colectivos que ahí radican y cuya detención avizora el desalojo.
De la información divergente lo único claro es que no se trata de un miembro de la comunidad universitaria, pero que ha usufructuado las instalaciones para un proyecto alternativo y marginal que no parece gozar del apoyo de la comunidad si hacemos caso a los tuits que generó el arresto del conocido como “Yorch”.
En el auditorio de Filosofía y Letras la situación sigue estancada. El okupache no se ha extendido ni ha crecido, y habría que ver si porque su filosofía no jala o porque no lo ha intentado. Es un espacio que reúne a punketos, anarquistas, veganos y en general miembros de opciones alternativas que, como en otras sociedades, solo subsisten. Y si se hace caso a testigos y medios, con acciones de robo y narcomenudeo.
Lo más sencillo sería un desalojo. La comunidad universitaria no parece apoyarlos, pero CU siempre es una estepa seca y habría que pensarlo muy bien.
Al otro extremo del principal campus puma encontramos el segundo foco conflictivo. El Espacio Escultórico de pronto vio nacer un vecino más que incómodo, el edificio H de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, que de acuerdo a sus críticos y las fotografías, rompe la armonía visual que corresponde a ese recinto. Aunque el escándalo ha bajado, no parece que desaparecerá sin que se tome alguna decisión. O como dijo el arquitecto Teodoro González de León a El Economista el lunes 22: “No hay escapatoria, hay que demoler el edificio que afecta al Espacio Escultórico, pues se trata de una obra de arte sagrada que no se puede tocar.”
El restablecimiento de ese carácter sacro –la demolición del vecino incómodo- costaría 30 millones de pesos, más lo que se erogó en la edificación y al final, sería como tirar todo ese dinero a la basura sin que se hubiera resuelto la necesidad académica que le dio lugar.
Sea la decisión que se tome, lo que no debería de tolerarse es que los responsables de haber aprobado esa obra no reciban una sanción. Uno supondría que para hacer cualquier clase de modificación arquitectónica a recintos como San Ildefonso, la Biblioteca Central, el Estadio Olímpico o el Espacio Escultórico, han de seguirse algunas reglas que en el caso del edificio H se ignoraron, lo que amerita una sanción.
Y también es sospechosa la dilación con que se levantó la protesta. Aunque pequeño, el edificio H no se construyó en un día, pero la queja no comenzó junto con su edificación, sino que cuando ya estaba terminado de pronto se dieron cuenta del daño. ¿Se quiere afectar al exrector ahora secretario de Salud o al actual responsable de la UNAM? Esto es también importante y juega en la posible solución.
Muy cerca se encuentra TV UNAM, donde está el tercer foco de conflicto, que comenzó con las críticas por la designación al frente de ese órgano universitario de Nicolás Alvarado, quien entiende la cultura al estilo TELEVISA, lo que no gustó a muchos universitarios como tampoco que sea egresado de la Ibero.
Alvarado ha enfrentado las críticas, por ejemplo al explicar que varios de los miembros del “despido masivo” en realidad habían emigrado al Canal 22 y solo con una persona no se entendió. Clarificar la situación debe de reconocérsele. Pero quedan preguntas. Si alguna carrera ha tenido demanda por lustros en la UNAM es Comunicación y por ello vale la pena preguntar ¿no hubo ningún egresado capaz a juicio del rector Graue o cercano a él para dirigir la televisión universitaria? Qué venga de TELEVISA no debe de significar la flamígera, divina y automática excomunión endogámica, siempre y cuando lo ahí aprendido sea puesto al servicio de la televisión universitaria y no esta sometida a gustos comerciales.
Alvarado dijo a El Universal el 19 de este mes que programará en plataformas multimedia, lo que suena a acierto. Pero es discutible que privilegie como público a jóvenes de 18 a 24 años, porque a) está dejando fuera a la población de bachillerato, tanto de la Prepa como de los CCH, que son maestros en ese tipo de plataformas y a los cuales se les debe de “capturar” en cuanto den un paso dentro de la comunidad universitaria. Llegar a esa población es un reto cuya superación sería difícil pero muy fructífera.
Y b) deja fuera a buena parte del personal académico por hora o de carrera que tiene más de 50 años de edad y que son la savia universitaria. ¿Por qué no un proyecto que incluya a toda la comunidad en lugar de uno que la segmente al mejor estilo de la búsqueda del rating comercial?
En la Feria del Libro Alvarado anunció que pronto TV UNAM podrá verse por el Canal 20, un logro fruto de anteriores administraciones y que habrá publicidad y no solo patrocinios, lo que suena a maravilla si la televisión comercial no presiona en contra o hay debilidad puma ante esas presiones.
La UNAM siempre está presta al incendio y evitarlo y construir es la empresa del rector Graue.