Democracia = Prostitución
04.06.2016 15:35
Digámoslo claro: la democracia está hecha para beneficiar a unos cuantos.
Democracia y prostitución
Digámoslo claro: la democracia está hecha para beneficiar a unos cuantos.
Se la pasa prometiendo, para para cumplir con lo mínimo, sólo lo suficiente para mantener cautiva a la masa de votantes.
No se dijo "para mantener cautiva a la clientela", porque lo normal es que el cliente mande y el proveedor de bienes y servicios, obedezca. Bien se dice que "el que paga, manda".
En la democracia, es al revés: el empleado es el que manda al que le paga, a través de sus impuestos.
La democracia se vale siempre del engaño, de la hipocresía, del soborno, de la corrupción, de la injusticia.
Procede exactamente igual que las personas que se prostituyen voluntariamente: renuncian a la dignidad a cambio de dinero. La democracia lo hace, a pero por votos (que se traducen en miles de millones de pesos, cada año).
Se hace llamar democracia, a sabiendas de que es una dictadura lesiva.
Si las personas que se prostituyen voluntariamente seducen a mediante la desnudez, la democracia lo hace mediante el engaño: desnuda las carencias que ella misma ha provocado y promete resolverlas desde el poder, a sabiendas de que lo hará en escala mínima, porque si no mata a la gallina de los huevos de oro.
La democracia es hipócrita porque dice dolerse del dolor ajeno (el dolor real) cuando, en realidad, se solaza de él. Es como los periodistas que dan una cara al público, pero tratan con la punta del pie a sus colaboradores.
La mayoría de los funcionarios republicanos recibe un trato imperial. Sólo que la gran mayoría de la población no lo ve.
La prostitución soborna: "Te doy, si quieres, pero a cambio de tanto". La democracia, lo hace igual: "Te doy, si quieres, pero a cambio de tu voto".
En ningún acto de prostitución hay entrega, compromiso, amor.
En ningún acto democrático, tampoco.
La simulación es común en la prostitución y la democracia.
La simulación democrática raya todos los días en la corrupción: perfecciona conteos electorales muy avanzados para evitar el fraude durante y después de la votación, pero permite la siembra de votos que se hace desde muchas semanas antes de la instalación de las mesas receptoras de votos.
La democracia es injusta en su esencia, porque está hecha para beneficiar a los vivales que -cual capos políticos- se dan la gran vida a costa de los demás que dicen representar.
Demos = Pueblo.
Kratos = Poder.
Democracia = Poder del Pueblo.
¿Qué poder tiene el pueblo? Ninguno. ¿Cuántos, de entre la masa -así la llaman los políticos en la intimidad- tienen la preparación, la capacidad, el talento, la valentía y la honestidad para gobernar? Pocos, muy pocos.
Ellos lo saben y se autoproclaman como los representantes de ese pueblo.
Seamos sinceros: si los mexicanos impulsáramos a esos pocos, y los colocáramos en el poder, gobernaríamos nosotros, o gobernarían ellos. ¡Ellos, por supuesto!, sólo que interpretando el sentir de la población.
Un avión debe ser conducido por un piloto, no por los pasajeros.
Un tren del Metro, por un conductor.
Una clase, por un profesor.
Un partido de futbol, por un árbitro; no por los jugadores.
Un ejército, por un general, no por la tropa.
La democracia nos engaña con palabras huecas; nos adormece con su hipocresía; nos soborna con bagatelas y falsas esperanzas; nos corrompe al hacernos comparsas de ella (porque nos hace sentir culpables si no votamos) y, finalmente, nos hace aceptar las injusticias con aquello de que "vendrán tiempos mejores".
Si la democracia quisiera ser democrática -dicho esto con absoluto propósito- daría un valor a la abstención; pero no es así.
Porque ella reparte los dineros -sus favores, como las personas que se prostituyen libremente- con base en los porcentajes de votos. Da más presupuesto al que tuvo menos votos y menos, al que sumó menos cantidad de sufragios.
Si tomaran en cuenta el porcentaje mayoritario de abstencionismo, les tocaría un presupuesto exiguo (si se le compara con sus fatuas ambiciones).
Compatriotas: han pensado que nadie votara. Ni siquiera aquellos a los que les dan tarjetas de despensa, láminas para techumbres, frijoles con gorgojos, o falsan esperanzas presentadas en color ocre, como las de Morena.
¿Qué pasaría si nadie votara? Toda esa bola de vividores perdería cualquier viso de legitimidad ante la ciudadanía.
En fin: ojalá y que estas ideas, un tanto cuanto ríspidas, sirvan para iniciar un debate constructivo.
¡Que viva México!

Se la pasa prometiendo, para cumplir con lo mínimo, sólo lo suficiente para mantener cautiva a la masa de votantes.
No se dijo "para mantener cautiva a la clientela", porque lo normal es que el cliente mande y el proveedor de bienes y servicios, obedezca. Bien se dice que "el que paga, manda".
En la democracia, es al revés: el empleado es el que manda al que le paga, a través de sus impuestos.
La democracia se vale siempre del engaño, de la hipocresía, del soborno, de la corrupción, de la injusticia.
Procede exactamente igual que las personas que se prostituyen voluntariamente: renuncian a la dignidad a cambio de dinero. La democracia lo hace, pero por votos (que se traducen en miles de millones de pesos, cada año).
Se hace llamar democracia, a sabiendas de que es una dictadura lesiva.
Si las personas que se prostituyen voluntariamente seducen a sus clientes mediante la desnudez, la democracia lo hace a través del engaño: desnuda las carencias que ella misma ha provocado y promete resolverlas desde el poder, a sabiendas de que lo hará en escala mínima, porque si no mata a la gallina de los huevos de oro.
La democracia es hipócrita porque dice dolerse del dolor ajeno (el dolor real) cuando, en realidad, se solaza de él. Es como los periodistas que dan una cara al público, pero tratan con la punta del pie a sus colaboradores.
La mayoría de los funcionarios republicanos recibe un trato imperial. Sólo que la gran mayoría de la población no lo ve.
La prostitución soborna: "Te doy, si quieres, pero a cambio de tanto". La democracia, lo hace igual: "Te doy, si quieres, pero a cambio de tu voto".
En ningún acto de prostitución hay entrega, compromiso, amor.
En ningún acto democrático, tampoco.
La simulación es común en la prostitución y la democracia.
La simulación democrática raya todos los días en la corrupción: perfecciona conteos electorales muy avanzados para evitar el fraude durante y después de la votación, pero permite la siembra de votos que se hace desde muchas semanas antes de la instalación de las mesas receptoras de sufragios.
La democracia es injusta en su esencia, porque está hecha para beneficiar a los vivales que -cual capos políticos- se dan la gran vida a costa de los demás que dicen representar.
Demos = Pueblo.
Kratos = Poder.
Democracia = Poder del Pueblo.
¿Qué poder tiene el pueblo? Ninguno. ¿Cuántos, de entre la masa -así la llaman los políticos en la intimidad- tienen la preparación, la capacidad, el talento, la valentía y la honestidad para gobernar? Pocos, muy pocos.
Ellos lo saben y se autoproclaman como los representantes de ese pueblo.
Seamos sinceros: si los mexicanos impulsáramos a esos pocos, y los colocáramos en el poder, ¿gobernaríamos nosotros, o gobernarían ello?. ¡Ellos, por supuesto!, sólo que interpretando el sentir de la población.
Un avión debe ser conducido por un piloto, no por los pasajeros.
Un tren del Metro, por un conductor.
Una clase, por un profesor.
Un partido de futbol, por un árbitro; no por los jugadores.
Un ejército, por un general, no por la tropa.
La democracia nos engaña con palabras huecas; nos adormece con su hipocresía; nos soborna con bagatelas y falsas esperanzas; nos corrompe al hacernos comparsas de ella (porque nos hace sentir culpables si no votamos) y, finalmente, nos hace aceptar las injusticias con aquello de que "vendrán tiempos mejores".
Si la democracia quisiera ser democrática -dicho esto con absoluto propósito- daría un valor a la abstención; pero no es así.
Porque ella reparte los dineros -sus favores, como las personas que se prostituyen libremente- con base en los porcentajes de votos. Da más presupuesto al que tuvo más votos y menos, al que sumó menos cantidad de sufragios.
Si tomaran en cuenta el porcentaje mayoritario de abstencionismo, les tocaría un presupuesto exiguo (si se le compara con sus fatuas ambiciones).
Compatriotas: ¿han pensado que pasaría si nadie votar? Ni siquiera aquellos a los que les dan tarjetas de despensa, láminas para techumbres, frijoles con gorgojos, o falsan esperanzas presentadas en color ocre, como las de Morena.
¿Qué pasaría si nadie votara? Toda esa bola de vividores perdería cualquier viso de legitimidad ante la ciudadanía.
En fin: ojalá y que estas ideas, un tanto cuanto ríspidas, sirvan para iniciar un debate constructivo.
¡Que viva México!