Duele

10.02.2016 11:32

El asesinato de la colega veracruzana Anabel Flores Salazar cala hondo. Duele. Era como usted y como yo, un ser humano. Su vida fue segada de manera inmisericorde.

Anabel es la víctima mortal número 17 del "gobierno" de Javier Duarte de Ochoa en el Estado de Veracruz. Su caso se suma al de decenas y decenas de colegas privados de la vida en nuestro país. 

El presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Luis Raúl González Pérez, dio las siguientes cifras el lunes 23 de noviembre del año pasado, en el marco de la 57a. Semana Nacional de Radio y Televisión, que organizó la Cámara del ramo, en la Ciudad de México:

Rubro Período Estadística
Periodistas
asesinados
2000 - 2015 107
Periodistas
desaparecidos
2005 - 2015   20
Atentados contra
medios de comunicación
2006 - 2015  48
Quejas presentadas
ante la CNDH
2010 -2015 506

Las anteriores cifras dan una idea de la gravedad del problema, a nivel nacional. Pero en el estado de Veracruz, donde fue secuestrada y presumiblemente asesinada la periodista Anabel Flores Salazar, el panorama es igual de desolador, porque casi se llega al promedio de tres crímenes contra periodistas por año de "gobierno" de Javier Duarte de Ochoa

Lo digo con claridad -y perdón por hacerlo en primera persona del singular-: todo asesinato es lamentable, sea que agravie a periodistas o personas ajenas a esta difícil pero hermosa profesión.

Anabel y los colegas y demás mexicanos asesinados por culpa directa o indirecta de la delincuencia organizada son víctimas. Sí: víctimas de un sistema político corrompido e infiltrado, que vive del "relumbrón" vacuo. Entre usted a la página de Internet del "Gobierno" de Veracruz (veracruz.gob.mx) para que lo corrobore. Hágalo en cualquier momento y se convencerá. Duarte de Ochoa y su pandilla son apenas un botón de muestra.

Son víctimas, también, de una inadecuada política de Estado en materia de difusión de valores y prevención efectiva de las adicciones.

Son víctimas, finalmente, de la falta de cohesión social y de la casi nula identidad nacional, propiciadas desde la cúpula política.

Por eso duele lo de Anabel Flores Salazar. Por eso me duele México.