El comunismo lucra con la tragedia de los 43 normalistas

24.09.2015 15:47

Detrás de la normal rural de Ayotzinapa, y de las otras que fundó el entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, está el odio. O, para decirlo mejor: la lucha de clases.

Cárdenas abrió estas normales con el fin de adoctrinar guerrilleros, los cuales -a su vez-  utilizarían las aulas para preparar a los futuros émulos de Castro Ruz y del Che Guevara, en las modestas aulas del campo mexicano, aprovechando la lejanía y la falta de supervisión. Esa, es la realidad.

No nos extraña, pues, en lo más mínimo, que la de Ayotzinapa esté involucrada en hechos de sangre. Las tropelías cometidas por alumnos de la Normal Rural Isidro Burgos eran del dominio público. El mismo día en que ocurrió la tragedia de Iguala, 26 de septiembre de 2014, los normalistas iban en autobuses secuestrados.

Pero regresemos a la idea inicial: al comunismo lo que menos le interesa es la integridad de las personas. La historia es prolija en ejemplos de cómo utiliza a los incautos que se dejan engatuzar por la verborrea de Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Stalin o Mao, para ser utilizados como carne de cañón. A la hoz y el martillo les convienen los "mártires", porque los usa para subvertir el orden de las naciones, y del planeta entero.

Toda la ideología que está detrás de los deudos de los 43 normalistas está impregnada de marxismo. Es el comunismo el que lucra con la sangre de estas víctimas. Basta escuchar su retórica y observar sus símbolos.

La corrupción endémica que prevalece en México hizo que los victimados (los "mártires", en lenguaje comunista) fueran los 43 normalistas de Ayotzinapa; pero pudieron haber sido otros.

Por todo lo anterior, llama la atención la mala comunicación social del gobierno federal, que no expone públicamente todo lo que hacían los desaparecidos, ni es capaz de dar la información jurídica irrebatible para frenar esta ola subversiva. ¿Miedo?, ¿incapacidad?, ¿falta de convicción? Quién sabe. Por lo pronto, amigo lector, usted puede formular su propia conclusión.