Es necesario que quien la haga, la pague

08.09.2016 19:24
En los últimos años, principalmente en los últimos dos, se han dado a conocer muchos actos de corrupción por parte de personas que están en cargos públicos importantes.
 
Varios de estos actos de corrupción son diferentes, pero se podría decir que principalmente son de enriquecimiento ilícito, conflicto de interés y tráfico de influencias; casi todos se mantienen impunes y sólo cuando hay intereses políticos, generalmente de partidos de oposición, se toman la molestia de intentar que el delito se pague; no siempre lo logran.
 
Pero la pregunta importante aquí es: ¿por qué es importante que sean juzgados y paguen?
 
Los funcionarios públicos siempre están en la mira de la gente, y todo lo que hagan, en parte será juzgado por ella y en parte, servirá como ejemplo. Esto es lo que hace importante que tenga conocimiento de algún acto de corrupción. Por eso es importante que quien la haga, la pague. La impunidad –como lo hemos visto a lo largo de los años- lastima al país. La opinión pública tiene la sensación de que si los corruptos de ínfimo o mediano nivel no son castigados, menos lo serán los de más jerarquía (conocidos coloquialmente como los “peces gordos”). 
 
Esta sensación de impunidad empieza a permear a toda la gente, y es cuando empiezan los comportamientos pequeños, que en el día a día, cambian al país para mal. Por ejemplo: pasarse un semáforo, pues hay quienes piensan que “no pasa nada, es México”; dar mordida: “no pasa nada, es México”; atropellar a un ciclista: aventar la bici e invadir un carril confinado y decir: “agarra el pe…, es México” (caso Lord Audi). 
 
Así podemos seguir enunciando ejemplos que demuestran que las personas tienen la sensación de impunidad y que pueden hacer lo que quieran y hasta con prepotencia: “no sabes de quién soy amigo”, “no sabes quién soy”, “no sabes con quién te metes”.
 
Este tipo de conductas son las que dañan al país, al tejido social; nos dividen, nos restan civismo, nos restan consciencia de que no estamos solos, de que nos podemos unir y buscar fines comunes, por lo menos para protegernos entre nosotros. 
 
A todo esto, ¿de qué les sirve tanto dinero a los políticos y funcionarios?, es tanto que no lo pueden gastar ni disfrutar. ¿Para qué quieren más?, ¿para qué necesitan tanto?, ¿por qué lo hacen? Lo único que puedo pensar, es que están enfermos y que no pueden evitar tener ese comportamiento. Tal como algunos compulsivos no pueden dejar de comer, ellos tampoco pueden dejar de hacer “cochinadas”. 
 
En los últimos años, principalmente en los últimos dos, se han dado a conocer muchos actos de corrupción por parte de personas que están en cargos públicos importantes.
 
Varios de estos actos de corrupción son diferentes, pero se podría decir que principalmente son de enriquecimiento ilícito, conflicto de interés y tráfico de influencias; casi todos se mantienen impunes y sólo cuando hay intereses políticos, generalmente de partidos de oposición, se toman la molestia de intentar que el delito se pague; no siempre lo logran.
 
Pero la pregunta importante aquí es: ¿por qué es importante que sean juzgados y paguen?
 
Los funcionarios públicos siempre están en la mira de la gente, y todo lo que hagan, en parte será juzgado por ella y en parte, servirá como ejemplo. Esto es lo que hace importante que tenga conocimiento de algún acto de corrupción. Por eso es importante que quien la haga, la pague. La impunidad –como lo hemos visto a lo largo de los años- lastima al país. La opinión pública tiene la sensación de que si los corruptos de ínfimo o mediano nivel no son castigados, menos lo serán los de más jerarquía (conocidos coloquialmente como los “peces gordos”). 
 
Esta sensación de impunidad empieza a permear a toda la gente, y es cuando empiezan los comportamientos pequeños, que en el día a día, cambian al país para mal. Por ejemplo: pasarse un semáforo, pues hay quienes piensan que “no pasa nada, es México”; dar mordida: “no pasa nada, es México”; atropellar a un ciclista: aventar la bici e invadir un carril confinado y decir: “agarra el pe…, es México” (caso Lord Audi). 
 
Así podemos seguir enunciando ejemplos que demuestran que las personas tienen la sensación de impunidad y que pueden hacer lo que quieran y hasta con prepotencia: “no sabes de quién soy amigo”, “no sabes quién soy”, “no sabes con quién te metes”.
 
Este tipo de conductas son las que dañan al país, al tejido social; nos dividen, nos restan civismo, nos restan consciencia de que no estamos solos, de que nos podemos unir y buscar fines comunes, por lo menos para protegernos entre nosotros. 
 
A todo esto, ¿de qué les sirve tanto dinero a los políticos y funcionarios?, es tanto que no lo pueden gastar ni disfrutar. ¿Para qué quieren más?, ¿para qué necesitan tanto?, ¿por qué lo hacen? Lo único que puedo pensar, es que están enfermos y que no pueden evitar tener ese comportamiento. Tal como algunos compulsivos no pueden dejar de comer, ellos tampoco pueden dejar de hacer “cochinadas”.