Francisco, los honores del mundo y la pretendida religión universal
Cuando el poder mediático convierte los sucesos en espectáculos morbosos y sensibleros, la opinión pública debe desconfiar, porque detrás de tanto despliegue "informativo" y propagandístico se esconde el afán de manipular conceptos.
Lo anterior lo decimos por la gran "cobertura" que hacen los medios liberales -e incluso anticatólicos- de las actividades y declaraciones del pontífice Francisco. Los "líderes de opinión" evidencian esta manipulación cuando en un mismo programa de radio o televisión critican acerbísimamente a Papas como San Pío X; Pío XI o Pío XII, en tanto que se deshacen en elogios para el actual jefe de la curia vaticana.
A Francisco le colman de los halagos del mundo; a sus antecesores, hasta Pío XII (1958), de todas las diatribas mundanas. ¿Por qué será? ¿Será porque el actual obispo de Roma se ajusta a los criterios y tendencias política y comercialmente correctas? ¿Y porque a los Papas previos al Concilio Vaticano II sólo se les puede "acusar" de defender la auténtica Fe cristiana y de buscar la salvación eterna de las almas?
Así lo denunció Esteban Rodríguez en Periodismo Libre el 11 de octubre de 2015, en su artículo titulado El Papa Francisco traiciona a Jesucristo. En dicho trabajo, Rodríguez puso de manifiesto que el llamado "Vicario de Cristo en la Tierra" eludió hablar de Él, de Cristo, ante los congresistas norteamericanos y, en cambio, puso como ejemplo a personas disolutas como Martin Luther King.
Aquí mismo, en Periodismo Libre, nos enteramos de que El Papa accede a presidir junto a luteranos una conmemoración de la Reforma. ¿No acaso fue Lutero el que se burló del Papado y del sacerdocio católicos? ¿El que equiparó al Papado con el anticristo? En la página 65 de su opúsculo titulado La Cautividad Babilónica de la Iglesia (de 1520) se pueden leer expresiones como las siguientes:
¡Oh pontífices, dignos de este venerado sacramento del orden! ¡Oh príncipes, no de iglesias católicas, sino de sinagogas satánicas, o mejor, de las tinieblas! Cuadra muy bien aquí gritar con Isaías: "Hombres burlones, que imponéis vuestro señorío sobre mi pueblo de Jerusalén."¡Oh ignominia de la iglesia de Dios, compuesta por estos monstruos sacerdotales! ¿Dónde encontrar obispos o sacerdotes, no ya que le prediquen, sino que conozcan el evangelio? ¿De qué se pavonean los sacerdotes? ¿Por qué se empeñan en ser considerados como más santos, como mejores, más poderosos que los restantes cristianos?Leer las horas canónicas puede hacerlo cualquier idiota o -como dice el apóstol- cualquiera que hable en lenguas. Rezar las horas canónicas es oficio de monjes, de eremitas, de los simples particulares laicos; la función propia del sacerdote es la predicación. Si no la cumple, será sacerdote lo mismo que una pintura de un hombre se puede decir que es él. ¿Se constituye un obispo como tal por ordenar a estos sacerdotes batólogos, por consagrar iglesias y campanas, por confirmar a los niños? No; esto lo puede hacer el diácono o un laico cualquiera. Lo que constituye tanto al sacerdote como al obispo es el ministerio de la palabra.Huid, por tanto; os lo aconsejo: huid todos los que queráis vivir seguros; huid vosotros, los jóvenes, de ser iniciados en estos ritos, a no ser que estéis decididos a evangelizar y si podéis convenceros de que este sacramento no os hace mejores que los laicos. Recitar las horas canónicas nada supone. Ofrecer la misa es lo mismo que recibir un sacramento. ¿Qué es entonces lo que hay en vosotros que no lo tenga también cualquier laico? ¿La tonsura y el hábito talar?
La fuente citada (masnobles.net) no es católica.
Hoy vemos cómo Francisco se apresta a concelebrar los 500 años de la Reforma de Lutero, esa que culpó al Papado de sumir a la Iglesia en una cautividad, similar a la de Babilonia. También, cómo en aras de la tolerancia y el diálogo interreligioso, desautoriza el Magisterio de la Iglesia y contradice lo ordenado por los Papas previos al Vaticano II, para rebajar a la Iglesia al rango de una mera confesión religiosa más.
Lo que hace Francisco es muy delicado y diremos por qué: concelebrar con los luteranos significa simple y llanamente, validar al Protestantismo como medio de salvación. Y aún más: darle la razón. ¿Para qué ser católico si Martin Luther King tiene razón? Será por eso que a éste y no al Mártir del Gólgota puso como ejemplo a representantes y senadores de Estados Unidos? ¿Será por ello que el masónico Grupo Atlacomulco lo recibirá en México con bombo y platillo? ¿No cabrá la posibilidad de que la pretendida "humildad" del actual obispo de Roma trabaje, como sus antecesores Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI por la instauración próxima de una sola religición mundial?
De esto seguiremos escribiendo, si Periodismo Libre puede mantener su libertad.
Hasta la próxima.
Ilustración: Pixabay.