Terremoto de recuerdos

19.09.2014 11:48

7:19 de la mañana. Un terremoto de 8.1 grados Richter sacude al país y, en especial, a la Ciudad de México. Javier Trejo Garay interrumpe la transmisión habitual de Radio Mil. 

Las emisoras del grupo, presidido entonces por el licenciado E. Guiilermo Salas Peyró (q.e.p.d.) y don Carlos Flores Álvarez, se enlazan de inmediato. 

La voz del director de Noticias del NRM, Juan José Bravo Monroy

(también finado), comienza a informar a la ciudadanía, y a coordinar los esfuerzos espontáneos de la gente, a favor de las víctimas del macrosismo. (La foto, tomada de Wikipedia, corresponde a la Plaza Pino Suárez).

Este reportero inicia su recorrido por la Avenida Robles Domínguez, y lo continúa sobre Calzada de Guadalupe. En su mente sigue vivo el rugir interno de la tierra, en los momentos del sismo. Ante sus ojos, aparecen las primeras casas dañadas. El siguiente punto a cubrir es la Unidad Habitacional de Nonoalco Tlateloco. Algo muy malo -se comenta- ocurrió en el Edificio Nuevo León.

La realidad supera al rumor. Dos de las tres naves de la torre se han venido abajo. Todo es desolación. El Ejército acordona la zona. Cientos de manos retiran piedras. La nube de polvo se hace cada vez más densa. La caída de la noche la hace más notoria. Los haces de luz de las linternas la vuelven sombría, doliente, dramática...

La vida es paradójica. Voluntarios y socorristas retiran lo mismo cuerpos sin vida, que grandes juguetes de peluche. No se olvida una enorme tortuga verde, con la caparazón adornada con cuadros multicolores. La torguga salió indemne. Su dueña, sin vida.

Huele a gas. Y a miedo. El infatigable esfuerzo se ve limitado por la falta de elementos.

-¡Urgen guantes de carnaza! -grita alguien.

-¡En Radio Mil hay! ¡ Ahí tienen un centro de acopio! -responde otra voz anónima.

El reportero aprende la lección: la Radio debe servir, ante todo, para ayudar en casos de desastre como éste. Ya muy entrada la madrugada, el periodista llega a las instalaciones de aquel Núcleo Radio Mil, en la Zona Azul y Oro: Insurgentes Sur 1870, Colonia Florida.

Es recibido en la escalera por el señor Carlos Flores: "Tome, Jorge. Es un dulce. En momentos como éste, es muy válido llevarse uno a la boca." El reportero lo recibe, da las gracias y deja que el azúcar lo reconforte; porque -obviamente- hay mucho qué hacer. Una ligera sonrisa corresponde el gesto del Director General de aquel NRM. El caramelo hace menos pesado el breve recorrido entre las escaleras y la redacción de Noticias.

La lección nunca se olvida. Sigue viva. Es, sin más, un terremoto de recuerdos.