Historias de helicópteros...

01.04.2015 19:44

Esta mañana, pese a ser Miércoles Santo, aterrizó el conocido helicóptero blanco sobre la Torre de Petróleos Mexicanos, ubicada en la avenida Marina Nacional, de la Delegación Miguel Hidalgo, del Distrito Federal. "Qué raro que venga a trabajar el director de Pemex (Emilio Lozoya Austin)", nos dijo alguien. La rareza deriva de su presencia en vacaciones, no tanto por ser día de guardar.

Por otro lado, el director general de la Comisión Nacional del Agua, David Korenfeld, tuvo que disculparse por utilizar un helicóptero de esa dependencia, para tarsladarse, junto con su familia, al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

Lozoya Austin acudió en helicóptero a su oficina, lo que es habitual en él, por el accidente en la Plataforma Abkatun A-Permanente, ubicada en la Sonda de  Campeche, que ha costado la vida, hasta el momento, a 4 trabajadores.

Korenfeld, por su parte, utilizó el twitter para disculparse. Lo hizo en los siguientes términos: 

"Cometí un error inexcusable al utilizar un helicóptero de Conagua para transportarme al AICM. Ofrezco por ello una disculpa pública." 

En otro mensaje, agregó: 

"He procedido a cubrir el costo por la utilización del helicóptero, mediante depósito a la Tesorería de la Federación."

El titular de Conagua, sin embargo, aclaró lo siguiente:

"Tal y como se informó, el estado de salud de mi rodilla y cadera se han ido agravando y requiero tratamiento médico."

Estas historias de helicópteros las interpretamos de la siguiente manera:

1. Se justifica que el director general de Pemex, Emilio Lozoya Austin, llegue a su oficina en helicóptero, para atender una emergencia, como la ocurrida esta madrugada en la Sonda de Campeche. Lo que no tiene justificación alguna, es que lo haga siempre que está en el Distrito Federal. ¿Cuánto se gastará en esos lujos? Quién sabe. El recorte presupuestal no le afecto en ese rubro.

2. Si el director general de Conagua, David Korenfeld, tiene como excusa utilizar un helicóptero gubernamental por su delicada salud, que todos los demás mexicanos que están en esa misma circunstancia, tengan la misma facilidad. Hablamos, por ejemplo, de los cientos de ancianos que tienen que llegar desde las cinco de la mañana al Seguro Social o al ISSSTE, a bordo de taxis que les cobran mucho, para tener los primeros turnos en los laboratorios de análisis clínicos.

El país no está para los lujos que se da el director general de Pemex. Ni los que se dan los demás funcionarios de mediano y primer nivel.

Por lo demás, lamentamos la enfermedad que aqueja al señor Korenfeld; como lamentamos la de la mayoría de los mexicanos, que -a veces- no tienen ni Seguro Popular. A todos, les deseamos salud y recuperación.