La decadencia de México tiene una causa muy clara
20.04.2016 10:56
En la historia, nada es casual. A todo efecto corresponde una causa.

Lo que pasa en México, en materia de corrupción y criminalidad es consecuencia de la acelerada pérdida de valores. El problema es que la mayoría no lo quiere ver, porque le resulta incómodo.
Condenar los hecho ocurridos en Tlatlaya, Estado de México, el 30 de junio de 2014, no implica dificultad. Tampoco la tragedia perpetrada entre el 26 y 27 de septiembre de 2014, en Iguala, Guerrero. Nadie, seguramente, se abstendrá de reprobar la tortura sufrida por una mujer en Ajuchitlán del Progreso -también en suelo guerrerense- el 4 de febrero de 2015.
Dicho de otra manera: los abusos cometidos por servidores públicos suman criterios y voluntades; los que cometen los grupos criminales, sin embargo, no lo hacen tanto.
Sucede lo mismo que cuando se analiza la llamada "guerra sucia" que tuvo lugar en América Latina en las décadas de los 60, 70 y 80. Resulta muy sencillo encontrar testimonios contra gobernantes, militares y policías involucrados. En cambio, casi nadie habla de las atrocidades cometidas por los guerrilleros.
La Internet está plagada de información acerca de los abusos gubernamentales pero ¿alguien se ha preguntado que hizo la actual presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, en su etapa de guerrillera? ¿Deberá vidas? ¿Al participar en operaciones subversivas ocasionó la muerte o provocó heridas a personas inocentes?
La información es presentada de manera tramposa, porque sólo se enfoca en los abusos cometidos por los "malos" (Díaz, Ordaz, Videla, Pinochet, etcétera) y oscurece los de los "buenos" (Fidel Castro, Raúl Castro, Ernesto "Che" Guevara, Dilma Rousseff y demás).
Demos como ejemplo lo ocurrido antes, durante y después del levantamiento del autodenominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional, dirigido -aparentemente- por el subcomandante "Marcos": ¿a cuántos les duele la manera como los "zapatistas" asesinaron a dos elementos del Ejército mexicano en Chiapas, en abril de 1993? Fueron muy pocos los que criticaron la manera como los guerrilleros de "Marcos" mataron a soldados y policías municipales entre el 31 de diciembre de 1993 y el 1 de enero de 1994.
Los apologistas de la guerrilla echaron en cara al Ejército mexicano el haber abusado de los milicianos de "Marcos", pero nunca se tomaron la molestia de preguntar cuántos efectivos de la Secretaría de la Defensa Nacional perdieron la vida, combatiendo a los rebeldes. La cifra oficial de bajas reconocida entonces por la SEDENA fue de 16. ¿Pero realmente perecieron 16 en el cumplimiento del deber?
Con base en lo anterior hacemos una pregunta más: ¿cuántos militares han sido asesinados, heridos y hasta mutilados por las armas de la delincuencia dedicada al tráfico de drogas, el tráfico de personas, el trasiego de armas...? Quién sabe. El gobierno federal -de manera equivocada- se reserva el dato.
Lo mismo sucede en la actualidad con la delincuencia organizada. En el caso particular de México, la popularidad favorece a quienes nada más se la pasan señalando casos como los de Tlatlaya, Iguala y Ajuchitlán del Progreso.
En cambio, quienes denuncian que los grupos criminales son crueles hasta el extremo, tienen poca aceptación social. Por lo menos, en apariencia.
Si uno entra a Internet y busca imágenes y mapas de Ajuchitlán del Progreso, Guerrero, donde policías federales y soldados torturaron a una mujer el 4 de febrero de 2015, se encontrará con fotografías indescriptibles, que evidencian la podredumbre moral que anima a los grupos criminales.
Podredumbre moral: esta es la cuestión. Ella explica la brutalidad de los capos y sicarios y de los policías y militares que abusan, torturan y se vuelven cómplices de los cárteles.
La podredumbre moral es la que bulle dentro de cada niño que abusa de sus compañeros en la escuela; de los funcionarios corruptos; de los ciudadanos que corrompen; de los taxistas que abusan de los clientes; de los que se suben al transporte público para asaltar.
Podredumbre moral es la que impulsa a los que cantan narcocorridos y a los empresarios que se enriquecen con su difusión a través de Radio, Televisión e Internet.
Podredumbre moral es la que vuelve insensible a la gente: el operador de microbús que ni siquiera se enguaga la cara antes de ponerse al volante de su unidad; el que lucha con la trata de personas; el juez que concede amparo tras amparo a los establecimientos donde circulan la droga y las personas que sufren la esclavitud sexual; el "franelero" convertido en cacique de las calles, que utiliza el agua potable para lavar coches y que agrede a los vecinos porque le quitan lugares para estacionar coches...
Podredumbre moral, que en aras del peor de los individualismos, permite la transmisión de pornografía a través de los medios tradicionales y digitales y que le pone un monumento en el cine.
Podredumbre moral que concluye que una persona vale lo que posee, y que la nacionalidad y el patriotismo son conceptos de la "vieja moral".
En verdad: esta es la principal causa de la decadencia de México.