La necesidad de reducir el gasto

28.08.2016 20:57
Análisis Económico Ejecutivo.
 
A más tardar el próximo 8 de septiembre se presentará al Congreso el Paquete Económico 2017, en el que se espera que las autoridades hacendarias tengan contemplada una verdadera estrategia de gasto, toda vez que en esta ocasión será posiblemente la principal manera de mantener sanas las finanzas públicas, ya que en materia fiscal tal parece que se mantiene el compromiso de no elevar la carga tributaria ni instrumentar nuevos impuestos, al menos hasta el final del sexenio.
 
Sin duda será interesante ver como se estructura el marco macroeconómico sobre el cual se apoyará la elaboración del Paquete Económico, sobre todo cuando las estimaciones de crecimiento del PIB se han ajustado a la baja de manera importante respecto a lo que se preveía en el documento de Precriterios 2017 que se dio a conocer en abril pasado.
 
A principios del año la economía crecía a un ritmo de 2.5% y las autoridades esperaban que el dinamismo que mostraba el consumo fuera suficiente para impulsar el mercado interno y lograr un ritmo de avance de la actividad económica entre un rango de 2.6% a 3.6%, tanto para el 2016 como para el 2017, según se puede observar en el marco macroeconómico publicado en el documento de Precriterios 2017. Sin embargo, en el segundo trimestre el balance de riesgos comenzó a agudizarse propiciando un menor dinamismo de la economía, al grado de que las expectativas de crecimiento continuaron corrigiéndose a la baja, acercándose cada vez más a la línea del 2.0%. Asimismo, al mismo tiempo que se dio a conocer la caída del PIB en el segundo trimestre, que simplemente confirmó lo que ya había anticipado el INEGI en su estimación oportuna del comportamiento de la economía, la Secretaría de Hacienda anunció una corrección a la baja de su pronóstico para el presente año al ubicarlo en un rango de entre 2.0% y 2.6%. Sin duda esta corrección es importante y refleja la preocupación entre las autoridades de que la economía sigue debilitada. Sobresale en la última estimación de crecimiento, que el nivel máximo esperado corresponde al nivel mínimo que se esperaba en abril pasado.
 
La economía mundial sigue sin repuntar, en especial los Estados Unidos, que es nuestro principal socio comercial y fuente importante del impulso del aparato productivo mexicano, y no hay señales de una recuperación significativa en los próximos meses. De hecho, esto ha sido un factor relevante en la decisión de la FED para mantener sin cambio sus tasas de interés.
 
Fortalecer la estabilidad macroeconómica es fundamental en este contexto, y la mejor manera de hacerlo es un programa de gasto eficaz y transparente. Uno que contribuya realmente a impulsar la actividad económica y al mismo tiempo cumpla su función como factor de redistribución de la riqueza.
 
Hasta ahora, existe un gran número de programas que siguen siendo considerablemente regresivos, a pesar de los esfuerzos que se hicieron con el intento de instrumentar un presupuesto base cero. No obstante, los recursos destinados a la inversión productiva han continuado reduciéndose, inhibiendo la posibilidad de fortalecer el acervo de capital, ocasionando que la creación de nuevos empleos no sea la suficiente para satisfacer las necesidades que año con año tienen quienes se integran al mercado laboral.
 
No hay duda de que es fundamental que el gasto público sea eficiente, sin embargo, dadas las condiciones ya no solo es indispensable la buena asignación de los recursos, sino una reducción importante en todo el gasto. La relación deuda total a PIB, considerando al saldo histórico de los requerimientos financieros del sector como el indicador más amplio de deuda pública, fue equivalente a 46.9% hasta el primer trimestre del año, y se espera que al finalizar el ejercicio ascienda a 50%. Si esto se cumple, en los primeros cuatro años del sexenio la deuda total se habrá incrementado en el equivalente a 13.6 puntos del PIB.
 
Aunque los planes de las autoridades apuntan en la dirección correcta al estimar una disminución de medio punto porcentual en los requerimientos financieros del sector público para el 2016, de tal manera que representarían 3.0% del PIB, es claro que la velocidad con que se intenta ajustar esta variable es considerablemente menor en la que se incrementó la deuda total.
 
Fortalecer la estabilidad macroeconómica implica consolidar las finanzas públicas, para lo cual es indispensable una reducción importante del gasto público que contribuya a regresar a un balance primario superavitario suficiente para evitar que la deuda total siga creciendo como porcentaje del PIB y además contribuya a reducir las presiones de la cuenta corriente, que en la primera mitad del año registró un déficit de 15,449 millones de dólares, cifra equivalente al 3.0% del PIB. 
 
En los Precriterios 2017 se anticipa que en ese año el balance primario será positivo en 0.2% del PIB. Sin embargo, este superávit  es insuficiente para evitar que la relación deuda/PIB se siga incrementando, dado el entorno que se anticipa, como un menor ritmo de crecimiento, tasas de interés más altas y mayor deuda. El superávit primario necesario para evitar que la deuda siga creciendo como proporción del PIB debe ser de 1.5% del PIB, que equivale a cerca de 300 mil millones de pesos, que sería la necesidad de ajuste del gasto. Esa cifra se deriva de que la tasa de crecimiento de la economía es muy inferior a la tasa de interés que se paga por la deuda, 2.3% frente a 5%. Por lo que la deuda sólo por intereses, se incrementa más rápido que el PIB. Cualquier superávit primario inferior a 1.5% del PIB, implicará un incremento de la deuda con respecto al PIB.
 
En este contexto, sería deseable y no sería extraño que en el Paquete Económico que presentarán las autoridades hacendarias, se observen medidas más agresivas en materia de reducción del gasto. Esto contribuiría incluso, a reducir el déficit de la cuenta corriente con su positivo efecto sobre el tipo de cambio. El Congreso de la Unión, en una actitud responsable deberá apoyar y propiciar que tengamos un superávit primario lo más cercano a 1.5% del PIB.
 
El aumento de la deuda en los años recientes y la escasa inversión pública deterioró los niveles de confianza que llevó a las calificadoras a ajustar algunos criterios de la calificación de deuda soberana de México. Es por ello que el objetivo principal de las autoridades es el fortalecimiento de las finanzas del país, que es la base fundamental de la estabilidad macroeconómica.