Cinismo de policías: 'Dígale que no denuncie'

23.10.2016 21:32

El automóvil, ya viejo, es dejado en una calle de Popotla. Su dueña lo deja por espacio de una hora. Cuando regresa, una hora después, no lo encuentra. "Se lo llevaron al corralón", piensa. Así, entre molesta y preocupada, se encamina al que está cerca de Río San Joaquín. Su auto no apareció. Una empleada, muy diligente, por cierto, lo busca en la base de datos de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México. Tampoco lo halla.

La automovilista comienza a preocuparse: "Seguamente, se lo robaron".

Con esa convicción se encamina al Ministerio Público. Concretamente, a la agencia que está sobre avenida México-Tacuba, de la Delegación Miguel Hidalgo. Una empleada de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México le recomienda hablar con un oficial de la Policía Preventiva, antes de proceder a levantar la denuncia. Lo hace. El uniformado le recomienda, más o menos, lo siguiente:

-Le sugiero que no denuncie.Los rateros suelen dejar los carros que se roban a cuatro o cinco cuadras. Déme lo que resta de la tarde y noche para buscarlo. Si no recibe mi llamada por la mañana, entonces sí, presente su denuncia.

-¿Pero -pregunta la ciudadana afectada- ¿cómo compruebo que me robaron mi coche?

-Yo tengo los datos registrados -y el oficial le muestra la pantalla de su "teléfono inteligente"-.

La tarde consume las horas. La madrugada, también. Ante la falta de la llamada del "servdor público", la mujer se presenta otra vez ante el Ministerio Público ubicado en México-Tacuba. Ahora sí, levanta el acta.

Una llamada poco oportuna

En tanto que la ciudadana reporta el robo de su automóvil viejo y procede penalmente contra quienes resulten responsables, suena el teléfono de su casa sin que la mujer -evidentemente- lo sepa:

-Perdone, buenos días... ¿A ustedes les robaron un automóvil  (y da los datos concretos)?

-Sí, dígame, por favor. ¿Sabe algo de él?

-Sí. Lo vinieron a botar sobre una banqueta (y da la dirección, situada en otra delegación que no es la Miguel Hidalgo, donde se cometió el robo).

-¡Ajá!

-¿Está la dueña?

-No.

-¿Le puede decir que ya encontramos su unidad? Está completo. Bueno... le faltan los asientos, la batería y el equipo de sonido, si tenía...

-No puedo avisarle. Se fue a presentar la denuncia.

-¿No le puede avisar? Aquí estamos junto a su coche. ¿Cómo en cuanto tiempo podría venir? La podemos esperar unos 20 minutos, pero dígale que no denuncie.

¿Por qué?

-Porque entonces se van a llevar su coche a OCA (el lugar donde llevan los automóviles robados que han sido recuperados) y va a tener muchos problemas para sacarlo.

-Mi nombre es fulano de tal. Disculpe: ¿Con quien hablo?

-Soy el policía perengano (da su nombre y número de teléfono celular). Trate de localizarle para que venga por su unidad y dígale que no denuncie.

El policía volvió a llamar otrra vez, pero no logró su objetivo.

Finalmente, por consejo del ajustador de la compañía de seguros, se procedió a buscar el coche robado donde se dijo que lo habían "botado" y allí se encontró, todo desvalijado. Sólo le dejaron el motor.

Conclusión

Lo primero que tienen qué hacer los policías es proceder a decir a los afectados que levanten la denuncia correspondiente. En este caso, no se hizo así. La mujer de la PGJ-CDMX que sugirió a la víctima hablar primero con el policía pareciera estar en connivencia con él.

En efecto,en la vivienda de la víctima se recibió la llamada de un policía; pero no del mismo, sino de otro asignado a una delegación política lejana a donde se robaron el vehículo. ¿Colusión? Así parece. Denunciarla sería lo conducente, pero y las represalias.

Por lo demás, la buena fe de las víctimas es la principal cómplice de los rateros. Sugerencia: si le cometen un delito, denuncie.