Nuestro voto, vale casi nada
José Alfredo Jiménez (q.e.p.d.) escribió alguna vez que "la vida no vale nada". Y, al tenor del comportamiento que han tenido los gobiernos mexicanos de 1970 a la fecha, hemos de darle la razón.
La mayoría de los funcionarios de alto rango, que se dice muy republicana, vive mejor que reyes y monarcas, a cambio de la pobreza de la mayoría de la población.
Así vemos cómo favorece a proveedores, a cambio de que estos le financie enormes residencias, o le presten camionetas de lujo blindadas (por decir lo menos).
El caso es que el servicio público le vale un comino. Como le valió al senador del PAN, Ernesto Cordero, que faltó a la instalación del nuevo período ordinario de sesiones del Congreso de la Unión, para irse a Arizona, a presenciar el Súper Tazón.
(Total, dijo él, es una ceremonia que dura 10 minutos y en la que no se discute nada; que le descuenten el día. Qué más da)
Esa es la casta que nos gobierna. La que nos adula, hasta el exceso, para conseguir nuestro voto, y que una vez instalada en el poder, nos da la patada, en salva sea la parte.
Si la vida en México "no vale nada", menos valor tiene nuestro voto.