Oaxaca sienta un precedente, pero todavía falta mucho
En apariencia, la subversiva sección 22 de la también violenta Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), dejará de tener el control del Instituto de la Educación del estado de Oaxaca.
La medida es buena, porque se rescata a la instancia educativa estatal de las manos de guerrilleros disfrazados de maestros. Con ella, se sienta un sano precedente. Sin embargo, citando al refranero, "del plato a la boca, se cae la sopa".
Para que este golpe de timón sea verdaderamente efectivo, se requerirá, en primer lugar, de que el gobernador de la entidad, Gabino Cué, deje de apoyar a los agitadores y dé absoluto respaldo a los nuevos mandos educativos del estado.
Que el gobierno federal facilite la transición, no sólo con presupuesto, sino -sobre todo- mediante la aplicación justa de la ley.
Que los demás estados contaminados por la CNTE aprovechen la circunstancia y hagan lo propio. Hablamos de entidades como Michoacán, Guerrero y Chiapas.
Que no sólo se apliquen sanciones administrativas y laborales, sino que se meta a la cárcel a todo aquel que con el disfraz de "profesor", se dedica a delinquir y a comprometer la estabilidad social.
El de hoy es un buen primer paso; falta, sin embargo, mucho trecho qué recorrer.