¿Otro 68?
Un pleito absurdo entre jóvenes politécnicos y preparatorianos fue hábilmente utilizado por los conjurados de dentro y de fuera, para acabar con la figura del presidente Gustavo Díaz Ordaz.
Los sistemas de Inteligencia de Estados Unidos, la Unión Soviética y Cuba metieron mano en el problema. Washington estaba resentido porque Detroit no fue sede de los juegos olímpicos de 1968.
Moscú y La Habana querían hacer de la nuestra una "república popular socialista".
Díaz Ordaz, por otro lado, se había quedado solo. Su secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez, quería ser Presidente de México, y se entendía muy bien con el secretario de la Defensa Nacional, Marcelino García Barragán. Otros personajes clave en la conjura eran el secretario de la Presidencia, Emilio Martínez Manautou; el ex presidente, Lázaro Cárdenas del Río y el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra. El mandatario en turno sólo contaba con el apoyo de su jefe de Estado Mayor, el general Gutiérrez Oropeza. Lo demás, ya es historia.
Hoy, el cambio a los programas de estudios, y el nuevo reglamento interno del IPN, provocaron los paros en el IPN. Cuando Díaz Ordaz, no había un problema social real. El país crecía.
En la actualidad, en cambio, el país no crece. Lo único que aumenta es la pobreza y la corrupción gubernamental. La izquierda radical tratará de capitalizarlo. Basta darse una vuelta para escuchar lo que dicen los paristas: "el propósito es tumabar a EPN".
Así pues, el capitalismo salvaje y el socialismo revolucionario podrían terminar de descarrilar a México.