Pemex: la traición que sigue
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Nada de lo que sucede actualmente con Petróleos Mexicanos es casualidad, ni un infortunio provocado por el destino.
En este espacio hemos insistido en cómo, a lo largo de las décadas, se ha minado a Pemex, desde dentro. Hemos referido cómo se consintió una desgastante corrupción, mezclada con una bien planeada ineficiencia que provocó la actual bancarrota de la principal empresa del país.
Hoy, asistimos a una fase más en la entrega de Pemex: la del desabasto de gasolina, provocada en parte, sí, por el continuo robo de combustible.
Se trata, sin embargo, de otra crisis calculada, que se da de manera paralela a la liberalización de los precios de las gasolinas. Pero vayamos por partes:
1. Para poder liberar los precios de las gasolinas, el régimen neoliberal ató de manos por la vía "legal" a Pemex Transformación Industrial, a efecto de que quedara inerme ante sus próximos competidores extranjeros.
2. Con la actual crisis de abasto de combustibles, se envía un mensaje velado a la población, a fin de que vea como natural que los próximos proveedores extranjeros de gasolina y diesel se hagan cargo de la seguridad de sus centros de producción, refinación, almacenamiento, distribución y venta al menudeo, a través de empresas extranjeras.
3. Como Pemex está quebrada y a merced de la delincuencia organizada (de cuello blanco y de cuello sucio), difícilmente podrá evitar el robo escandaloso de combustible, por lo que sus competidores venderán las gasolinas y el diésel a precios menores y terminarán de ahorcar a la llamada, ahora, "empresa productiva" del Estado.
4. Después, con Pemex nulificada, los proveedores extranjeros podrán fijar los precios de los combustibles a su antojo, sin que los mexicanos puedan meter las manos.
5. Por otra parte, de manera disfrazada, la seguridad interna se irá privatizando, en beneficio de fuerzas extranjeras.
Hacia allá apunta la traición que sigue. Delicado, ¿verdad?