21.09.2014 07:25
La violencia desatada tras el paso devastador del huracán Odile, en Los Cabos, Baja California Sur, puso de manifiesto la ineptitud de las autoridades municipales, estatales y federales.
Es cierto que, hasta el momento, el número de muertes ocasionadas por el meteoro asciende a cinco, contra las 600 que, oficialmente, dejó el huracán Liza, en la península de Baja California, en 1976. La estadística revela una mejoría notable en materia de protección civil. Pero...
Lo que está a discusión no es lo anterior, sino la situación de ingobernabilidad, caos y violencia, que se vivió después de que Odile cruzara Los Cabos.
Hubo tiempo para prevenir
El sábado 13 de septiembre, por la tarde, el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos indicó que Odile tenía vientos sostenidos de 150 kilómetros por hora, que estaba situado 300 kilómetros al suroeste del puerto de Manzanillo, y a 760 kilómetros al sur-sureste de la punta sur de la península de Baja California.
A las 19:53, del domingo 14 de septiembre, la Secretaría de Gobernación difundió un mensaje por Twitter, con la siguiente advertencia: "La parte derecha del #Huracán #Odile es la más peligrosa, provocará los efectos más contundentes: @David_Korenfeld."
A las 22 horas, la Comisión Nacional del Agua (Conagua), a cargo de David Korenfeld, informaba que el fenómeno meteorológico iba a impactar dentro de las próximas tres horas, y extendió la alerta desde San José de las Palomas hasta Punta Abreojos, y de Loreto hasta Bahía San Juan Bautista.
A las 23:13 horas del mismo domingo 14, la página de Internet de CNN en español, daba cuenta de las siguientes declaraciones:
El titular de la Coordinación Nacional de Protección Civil (Conapred), Luis Felipe Puente, informó que unas 3,000 personas se encuentran refugiadas en el municipio de Los Cabos, Baja California Sur, además de que se han desplegado cientos de elementos federales para ayudar a la población que así lo requiera.
“Contamos con 164 refugios para atender a 30,000 personas en Baja California Sur, contamos con personal militar y de la Marina en el lugar, estamos trabajando coordinadamente con las instancias de gobierno para prevenir a la población sobre los efectos de este huracán”, informó el funcionario.
Para la mañana del lunes 15 de septiembre, la situación era ya muy delicada. Así lo advirtió este reportero en su blog PERIODISMO LIBRE, antecedente de la presente página de Internet.
Lo que ocurrió después del paso del meteoro evidenció que el operativo de seguridad pública resultó insuficiente. México y el mundo se enteraron de los actos de pillaje en hogares, y de saqueo a tiendas.
Ineficiencia al descubierto
Hoy, el periódico El Universal, de la Ciudad de México, da cuenta de que Baja California Sur inicia recuperación tras Odile. Según este medio, los servicios de energía eléctrica y agua potable se restablecen poco a poco, en La Paz y Los Cabos, que fueron los municipios más afectados. También, de que 23 mil turistas (de los 30 mil que resultaron afectados) ya han sido evacuados.
La nota hace énfasis en que "Luego de que se reforzó la seguridad en Baja California Sur, los centros comerciales con la presencia del Ejército comenzaron a ser reabastecidos de productos de primera necesidad como agua, arroz, frijol, azúcar, frutas y verduras, entre otros, y se espera que el lunes sean abiertas para la venta a la población seis de 19 tiendas."
En tanto, el Excélsior, también de la capital de la República, informa que Odile ha provocado, hasta el momento, nueve decesos en el país: cinco, en Baja California Sur, y cuatro en Nuevo León. Además, una persona sigue en calidad de desapafrecida, en el Puerto de Acapulco, Guerrero.
Este diario reproduce declaraciones del procurador General de Justicia de Baja California Sur, Adonai Carreón Estrada, quien niega, categóricamente, que existan grupos de autodefensa, “ni mucho menos que se hayan conformado a raíz de los saqueos que lamentablemente se registraron en Los Cabos; insisto: no hay grupos de autodefensa en la entidad”.
También negó que los habitantes de Los Cabos, concretamente de Cabo San Lucas y de San José del Cabo, apliquen el llamado toque de queda vecinal.
Poco hay qué agregar a lo anterior: el pillaje y los saqueos rebasaron a las autoridades de los tres niveles de gobierno. No se puede alegar que Odile los hubiera sorprendido. Es más, como se consignó líneas arriba, la noche del domingo 14 de septiembre, el titular del Sistema Nacional de Protección Civil, Luis Felipe Puente, dijo lo siguiente: "contamos con personal militar y de la Marina en el lugar, estamos trabajando coordinadamente con las instancias de gobierno para prevenir a la población sobre los efectos de este huracán.”
Conclusión 1: el personal militar no fue suficiente, para contener pillaje y saqueos. Por ello, grupos de vecinos tomaron la iniciativa de asumir su propia defensa.
Conclusión 2: el hecho de que el procurador de Justicia de Baja California Sur, Adonai Carreón Estrada, diga que los grupos de vecinos no son "grupos de autodefensa", no es suficiente para tapar la ineficiencia gubernamental.
Conclusión 3: hubo tiempo para prevenir la situación posterior al paso de Odile, en cuanto a orden y seguridad, pero se hizo mal.
Lo sucedido en Baja California Sur amerita que la sociedad mexicana repruebe el desempeño de las autoridades encargadas de la seguridad pública, sean municipales, estatales o federales.
Lo peor de todo, es que la tormenta tropical Polo está -en este momento- a menos de 155 kilómetros de Cabo San Lucas. Esperemos que no se repita la historia.