Vasconcelos las unió; hoy, educación y cultura están separadas

22.12.2015 14:58
José Vasconcelos fue un entusiasta promotor de la educación y la cultura en México.
 
Obregón lo nombró Rector de la Universidad Nacional de México (1920) y, un año después, lo hizo Secretario de Educación Pública. 
Para entender mejor su labor, es conveniente ubicarlo en el México postrevolucionario, el que había quedado devastado, por el encono con que se habían enfrentado las distintas facciones.
 
Como titular de la SEP, Vasconcelos abandonó el modelo de instrucción basado en el laicismo y unió la política educativa con la política cultural. Así lo explica el mismo en su libro El Desastre:
 
El maestro laico, encadenado a una filosofía ramplona que, en el mejor de los casos, con Voltaire y con Rousseau, no niega el alma pero tampoco la toma muy en serio, no puede hablar del espíritu; quizá por esto mismo resulta deficiente para enseñar las artes del trabajo productivo que aseguran el sustento. Y cayó la instrucción en la verbología de textos que simplifican y resumen la teoría científica y la vuelven inútil por desligada de la práctica.
 
Pero no teniendo otro material de qué echar mano, pensamos que lo mejor era combinar el personal, y a falta de un maestro completo como el fraile, que sabía cultivar un campo y aserrar, ensamblar la madera de una mesa, nosotros empezamos a mandar grupos de maestros:  uno de artesanías que enseñara a labrar la tierra y a forjar el hierro;  otro que fuese artista y pudiese inspirar a la población el gusto de la belleza, único camino que le queda al laico para acercarse a las cosas de Dios, y otros más para incitase a la acción social y a la colaboración en la obra patriótica; otro, finalmente, para las primeras letras y las matemáticas1.
 
Fue así, como dice el propio Vasconcelos, que nació el misionero de tipo moderno, “por lo común un maestro normalista que hacía de jefe del grupo de educadores y convivía con los indios…2” A los nativos, los enseñaba a levantar sus escuelas con los recursos locales y a los jóvenes de cada localidad los dotaba de los rudimentos pedagógicos para se quedaran como encargados de ese proceso incipiente de enseñanza3.
 
Hoy, el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, interesado sólo en su promoción personal, no tiene injerencia en la política cultural del país. No tenía el tiempo para atenderla.
 
Hoy, el nuevo secretario de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa, carece del acceso a las escuelas.
 
Hoy, Educación y Cultura están separadas. ¿Cómo trabajarán en conjunto, para preservar nuestro riquísimo acervo cultural y dar a los niños y jóvenes de México un nuevo modelo educativo, nacionalista e integrador, como el que puso en marcha Vasconcelos en 1921?
Porque la instrucción volvió a caer en la "verbología" laica de Voltaire y de Rousseau, que por ramplona y materialista comunica poco a nuestros estudiantes. La Cultura, por su parte, ha seguido un modelo elitista, que sólo favorece a unos cuantos grupos que han sido "políticamente correctos".
 
Hoy, lo que México necesita en educación y cultura es que trabaje de manera complementaria, como lo hizo el Maestro de América.
¿Lo entenderán los flamantes secretarios de Educación y Cultura? 
 
1 José Vasconcelos. El desastre (México: Trillas. 2014), 146.
2 Ibid.
3 Ibid.