La confianza empresarial, en su nivel histórico más bajo, por la inseguridad

De acuerdo con las cifras más recientes, la evolución de las principales variables económicas del país muestra un mejor desempeño en los primeros meses del presente año, en línea con la expectativa de que en 2015 la economía podría reportar una tasa de crecimiento mayor a la del 2014.
 
 
Sin embargo, a pesar de este mejor desempeño en la evolución de los principales indicadores, hasta el momento no se percibe una incidencia importante en el comportamiento de la economía en su conjunto, toda vez que según las cifras desestacionalizadas del INEGI, durante febrero el indicador global de la actividad económica se mantuvo sin cambio respecto al mes previo, respondiendo principalmente, al nulo avance que reportó el sector terciario de la economía y de la caída de 5.2% del sector primario. El secundario tuvo un avance de 0.2%.
 
 
Este entorno parece influir en la confianza empresarial, la cual se encuentra en sus niveles históricamente más bajos, propiciando que los pronósticos de crecimiento para este año se sigan ajustando a la baja. Incluso, ya se observan estimaciones que indican que la economía crecerá por debajo de 3.0%.
 
No obstante, aún es prematuro para hacer un pronóstico puntual de crecimiento, toda vez que la información disponible no refleja, hasta ahora, una clara tendencia en su comportamiento. De hecho, a pesar del peso que se le ha dado a la caída del mercado petrolero como factor que limitará el crecimiento, se perciben aspectos que podrían contrarrestar este efecto y propiciar un dinamismo mayor de la economía, que incluso podría llevarla a crecer ligeramente por arriba de la mediana del pronóstico de los especialistas del sector privado (2.99%) según la última encuesta del Banco de México.
 
 
Entre estos factores, y posiblemente al que se le ha dado más importancia, es el impulso que se prevé venga del dinamismo de la economía estadounidense a partir del segundo trimestre del año, una vez diluido el impacto que tuvo el agudo invierno en los primeros meses del año. Aunado a esto, se observa que las ventas al menudeo muestran un repunte en el primer trimestre del año, ya sea vistas a través del indicador del INEGI o del que elabora la ANTAD, lo que pudiese anticipar una menor cautela de los consumidores y por lo tanto un aumento en su gasto.
 
En este contexto, es claro que un requisito indispensable para fortalecer el crecimiento de la economía es estimular la inversión, ya que solo de esta manera será posible aumentar la actividad productiva del país, generar más empleos de calidad y mejorar el bienestar de la población.
 
Lograr esto requiere de niveles importantes de confianza, para lo cual también es indispensable crear las condiciones que le permitan a los capitales fluir de manera segura. Temas como inseguridad, corrupción e impunidad se han ido consolidando como factores que inhiben la inversión, mientras que la respuesta ante ello no ha sido suficiente ni eficiente. El recién aprobado Sistema Anticorrupción debiera tener algún efecto favorable, aunque el pobre contenido de las campañas electorales y la desconfianza de la población en el cumplimiento de la ley electoral, en particular para el caso del partido que ha violado sistemáticamente la ley con impunidad, no suman a la recuperación de la confianza.
 
Los esfuerzos se deben centrar ahora en consolidar los efectos de las reformas aprobadas en materia de corrupción e impunidad, con aquellas políticas de impulso al sector productivo y al mercado interno, con el objetivo de mejorar el desempeño de la actividad productiva. 
 
Recientemente la Universidad de la Américas Puebla dio a conocer el índice Global de Impunidad, en el que México se ubica en el penúltimo lugar de un universo de 59 países como uno en los que mayor impunidad hay. Evidentemente, esto implica serios obstáculos al desempeño de la economía en su conjunto, especialmente en materia de inversión.
 
Si se aprecian avances en este entorno, es factible que el crecimiento de la economía para este año supere ligeramente el 3.0%. No hay que olvidar que este año será un periodo de adaptación a nuevas características económicas que prevalecerán en el futuro, como un mercado petrolero, en donde los precios se mantendrán en niveles cercanos a los actuales; el cambio en la estructura del comercio mundial ante una moderación en el ritmo de crecimiento de China; y los ajustes en tasas de interés que se prevén en el mediano plazo. 
 
Dados los resultados de la evolución del IGAE, es factible que el ajuste a los pronósticos de crecimiento de la economía se mantenga a la baja, aunque hay que insistir en que las cifras disponibles son aún insuficientes para asegurar que la actividad productiva del país crecerá menos que en 2014.
 
La expectativa de los efectos de las reformas para este año se centran, principalmente en la certidumbre que puede generar sobre las variables reales de la economía, como crecimiento, empleo y bienestar, que podrían comenzar a darse en la segunda mitad el año.