Los límites probables de Trump

Por: Centro de Estudios Económicos del Sector Privado.
Fecha: 14 de noviembre de 2016.
 
Contrario a lo que todas las encuestas anticipaban y a pesar de las agresivas propuestas de campaña, las preferencias ocultas finalmente decidieron que el presidente número 45 de los EUA será, a partir de enero del 2017 Donald Trump, por lo que es claro que exista una importante preocupación tanto en México como en el mundo, sobre las medidas y políticas que pueda implementar. 
 
Evidentemente esta incertidumbre ha provocado una fuerte reacción de los mercados financieros internacionales, viéndose caídas en los principales mercados bursátiles del mundo y afectando fuertemente la evolución del tipo de cambio mexicano, que opera las 24 horas del día y se ha convertido en un sólido refugio de los inversionistas, llevándolo a cotizarse por arriba de los 21 pesos por dólar en los últimos días.
 
Evidentemente no es lo mismo hablar como candidato que actuar como presidente. Existen diversos factores reales que imponen límites a los deseos o propuestas de un dirigente de Estado, aun contando con el apoyo de la mayoría en el Congreso. Asimismo, la lógica de la producción globalizada, va mucho más allá de sólo tener efectos en regiones o sectores en un país, hay una tendencia de eficiencia y economía en las cadenas de valor que al final se traducen en bienestar general, su interrupción iría en contra de la innovación en todos los campos y por ende, en contra de una mayor eficiencia productiva.
 
La preocupación por las propuestas que podrían afectar la economía de nuestro país, y que fueron parte importante de la campaña de Trump, como la deportación de millones de indocumentados mexicanos, imponer un impuesto a las remesas que envían los mexicanos, la modificación o la salida de los Estados Unidos del tratado de libre comercio de América del Norte, deben ser evaluadas de manera más objetiva, por lo que vale la pena reflexionar sobre qué tanto podrían impactar a nuestro país como a la economía estadounidense, con el objetivo de ponderar la probabilidad de que realmente se pueda ejecutar lo que el candidato propuso.
 
Modificar o salir del tratado de libre comercio, no es sencillo. Es cierto que los Estados Unidos es nuestro principal socio comercial toda vez que del total de nuestras exportaciones, alrededor de 380 mil millones en el 2015, el 80% se dirigió a ese país, pero también lo es el hecho de que de nuestras importaciones totales, 395 mil millones, cerca del 50% provinieron de la economía estadounidense en ese año. Es importante señalar que todos los estados de la Unión americana tienen una relación de intercambio comercial con México, sobresaliendo Nuevo México, que del total de sus exportaciones 44.5% se dirigen a nuestro país. Le siguen en importancia, Arizona con el 40.4%, Texas con el 37.3%, Dakota del Sur con 28.2% y Michigan con 21.9%, entre otros. Los empleos directos que dependen de estas ventas a México suman cerca de seis millones de personas, más sus familias, y se puede decir que los relacionados específicamente con el TLCAN son cerca de dos millones de personas. Si se considera además a todos aquellos cuyos empleos dependen del consumo de estos trabajadores  -y sus familias- estamos hablando de una cifra considerablemente mayor, que podría estar cerca de los 8 millones de empleos que se perdieron durante la gran crisis.
 
Los precios bajos que disfruta el consumidor americano como resultado del creciente intercambio comercial, podrían terminar incrementándose, perdiendo poder adquisitivo el ingreso de las familias. Esto es algo que iría contra la propia campaña de Trump.
 
La inversión extranjera directa proveniente de Estados Unidos, acumulada desde hace 25 años es de casi 250 mil millones de dólares, para ponerlo en perspectiva, esto equivale a alrededor del 20% de nuestro PIB, estos son los intereses de la industria americana en México, inversión que genera empleo allá y por supuesto dividendos a esas compañías, por lo que es complicado que una medida impuesta por las autoridades afecte principalmente los intereses de las empresas americanas.
 
Entre los sectores que se verían seriamente afectados en Estados Unidos serían: el aeroespacial, el automotriz y la industria alimentaria.
 
Imponer un impuesto a las remesas familiares, implica un serio problema, toda vez que tendría que hacerlo para todo tipo de flujos financieros. Sería imposible distinguir inversiones financieras y otras transferencias de las remesas. Habría una brutal disrupción en todo tipo de flujos financieros, además de que se tendría que discriminar probablemente entre países, y en ese caso siempre se podrían triangular los envíos.
 
Deportar a los mexicanos, además de enfrentar a una fuerte oposición interna, corre el gran riesgo de perder una importante parte de la fuerza de trabajo en ese país. Ya inicia una escasez de trabajadores en muchos sectores. Tendría consecuencias económicas importantes.
 
A pesar de los límites que podría tener la implementación de estas ideas de campaña, México debe poner mayor énfasis en resolver sus reformas pendientes: estado de derecho, corrupción, impunidad, responsabilidad fiscal. Eso asegura inversión, producción y empleo, que es la única forma de blindar realmente a nuestro país, no sólo ante la llegada de ideas como las de Trump, sino ante cualquier suceso, tanto externo como interno.