La constante baja en el nivel de producción de petróleo y posteriormente el desplome de los precios internacionales del hidrocarburo, obligaron a las autoridades hacendarias a tomar medidas para evitar su impacto en las finanzas públicas, toda vez que los ingresos petroleros representaban aproximadamente la tercera parte de los ingresos del sector público.
Para hacer frente a este escenario, el último día de enero del presente año, las autoridades hacendarias anunciaron un recorte de 124 mil millones de pesos, equivalente al 0.7% del PIB, como una medida preventiva para evitar desequilibrios mayores y no estar obligados a utilizar la política fiscal para compensar los recursos faltantes mediante mayores impuestos o con aumentos en el déficit y la deuda pública.
Si bien esta fue una medida acertada y oportuna, era evidente que a pesar de ello, las cifras indicaban que el total del gasto para 2015 igualmente sería históricamente el más alto, por lo que se esperaba que en este contexto, fuera la eficiencia en la asignación de los recursos lo que sustentara realmente esta decisión.
Sin embargo, las cifras que publicó la Secretaría de Hacienda para el periodo enero-mayo no reflejan señales de dicho recorte. Incluso, el gasto ha seguido creciendo de manera importante contrario a la aseveración de que los resultados de las finanzas públicas están en línea con lo programado.
Según el reporte más reciente de la SHCP, el sector público ejerció recursos por un total de 1,908,950 millones de pesos, lo que en términos reales significó un incremento de 8.5% real, respecto a lo ejercido el mismo lapso del año pasado.
Sin embargo, lo preocupante en este contexto, es que aun cuando se reporta una disminución de 1.5% anual en el rubro de servicios personales, que es en donde se iniciaría el ajuste del gasto anunciado a principios del año a través de medidas de austeridad que implicaban la reducción de 10% en los recursos desminados a dicha partida, el dinamismo del gasto en otros rubros fue mucho mayor, de tal forma que el total de recursos erogados por el sector público durante los primeros cinco meses del año superó en poco más de 130 mil millones de pesos la cifra programada por las autoridades para el mismo periodo en el presupuesto para el 2015.
Las cifras del gasto público indican que la mayoría de recursos se asignaron a gasto corriente, que en su mayoría no tiene una incidencia importante en el crecimiento de la economía ni en el empleo. En este entorno sobresale el crecimiento real de 325.4% en el rubro de ayudas y otros gasto, así como el incremento de 19.2% en el concepto de subsidios, transferencias y aportaciones.
Por su parte, el gasto de capital creció 5.7% real, lo que podría ser una buena noticia para fortalecer la infraestructura del país. Sin embargo, este avance respondió principalmente al aumento anual de 145.2% en el rubro de inversión financiera, lo que en términos absolutos representó 19,322 millones de pesos. Por su parte, la inversión física, que es donde se concentra la que se destina a infraestructura, creció a un ritmo
anual de solo 0.3% real, que en términos de valor fue equivalente a 10,758.2 millones de pesos.
Si esta cifra la comparamos con la variación absoluta anual de enero-mayo del año pasado, es nueve veces menor a lo ejercido en ese momento (97,534 millones de pesos). Esta importante reducción en el flujo anual y un incremento prácticamente nulo en el renglón que es el principal detonante del crecimiento de la economía por parte del gasto público, podría profundizar la caída de la inversión pública como proporción del PIB para el segundo trimestre, inhibiendo una mejora en las perspectivas de crecimiento en la economía.
Esto parece ser consistente con los recientes resultados de le Encuesta de Expectativas del Banco de México, en las que el promedio del pronóstico de los especialistas del sector privado sobre el crecimiento del PIB para el presente año se volvió a corregir a la baja para ubicarse en 2.6%.
Por su parte, los ingresos del sector público tuvieron un avance anual de 3.9% en términos reales en el periodo enero-mayo, porcentaje que si bien refleja el impacto negativo del desplome de los precios internacionales del petróleo, también muestra un efecto positivo proveniente de la reforma hacendaria que se instrumentó a partir del 2014.
No obstante, se debe tener presente que tal efecto se debe principalmente a la política recaudatoria que caracterizó dicha reforma, incluso por encima del bienestar de las familias, que se vieron afectadas por más impuestos y mayores tasas impositivas, reduciendo su ingreso disponible.
Un reflejo de este entorno, es la caída en la recaudación del IVA, lo cual es una clara señal del debilitamiento del consumo de los hogares.
De estos resultados, se tiene que debido al dinamismo que mantiene el gasto público, por arriba tanto del presupuesto aprobado como del presupuesto corregido con el recorte de 124 mil millones de pesos anunciado a inicios del año, y del lento aumento de los ingresos, el déficit del sector público se ha ido incrementando rápidamente, poniendo a las finanzas públicas del país en riesgo ante el aumento de las necesidades de financiamiento del faltante del sector público. Esto a pesar del incremento de casi 100,000 millones de pesos recaudados por el IEPS de gasolinas y diésel que no se tenía considerado.
De acuerdo con las cifras de la SHCP, el déficit del sector público acumuló 180,693 millones de pesos en el periodo enero-mayo, cifra que resultó 2.2 veces por arriba de la registrada en igual periodo el año pasado, además de ser históricamente el déficit más alto para el mismo periodo.
La salud de las finanzas públicas es fundamental para impulsar el crecimiento de la economía, y es por ello que se deben hacer el máximo esfuerzo para lograrlo. La instrumentación de un presupuesto base cero sin duda ayudará a hacer más eficiente la asignación de los recursos públicos, pero sobre todo contribuirá a erradicar la corrupción y combatir la ineficiencia burocrática del gobierno, además de fortalecer las inversiones en infraestructura que realmente incidan en el desarrollo del país. No obstante, es primordial reducir al máximo el faltante que se está acumulando este año. Un presupuesto base cero podría ser poco eficiente si los niveles de deuda se mantienen elevados, ya que absorberían una importante cantidad de recursos. La estabilidad macroeconómica no sólo depende de la política monetaria sino, cada vez más, de las finanzas públicas.
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